Los intereses y dignidad del ser humano “no deberán jamás someterse a los parámetros de la factibilidad, la utilidad y la productividad", afirmó hoy el Papa Benedicto XVI en un discurso ante el nuevo embajador de Austria ante la Santa Sede, en el que resaltó la profunda huella del cristianismo en la historia y cultura de Europa.

Al recibir las cartas credenciales del diplomático Martin Bolldorf, el Santo Padre destacó que “desde puntos de vista diversos el Estado y la Iglesia se preocupan por el bienestar del ser humano, cuyos intereses y dignidad no deberán jamás someterse a los parámetros de la factibilidad, la utilidad y la productividad".

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"Entre los intereses comunes está Europa, sobre todo el proceso de unificación europea; en ninguna otra parte del mundo como en Europa, la historia y la cultura tienen la huella del cristianismo. El ámbito regional y nacional, es decir la patria más cercana y más amplia, donde  generalmente las personas fundan los elementos más importantes de la identidad cultural propia, se engloba cada vez más en el ámbito europeo, la patria común que es Europa".

Al referirse al camino hacia la integración europea, el Pontífice destacó que muchas cosas dependen "de la confianza de los ciudadanos en ese proyecto. En los debates sobre la ampliación y sobre la constitución europea sale siempre a flote la cuestión de la identidad y de los cimientos espirituales, sobre los que se asienta la comunidad de Estados y de pueblos europeos”.

“Las fuentes más profundas de un 'conjunto' europeo –prosiguió el Papa– , a prueba de crisis se encuentran, ante todo, en las convicciones comunes y en los valores de la historia y la tradición cristiana y humanista del continente".