“Cuando se resta a Dios, algo no suma para el hombre, el mundo y todo el vasto universo”, exclamó el Papa Benedicto XVI en la Misa que hoy presidió en Ratisbona como parte de su viaje a Baviera. En ella también advirtió que el miedo a Dios está en la raíz del ateísmo moderno y consideró que el fanatismo y el odio desfiguran al Señor.
Ante unas 300 mil personas reunidas en el llamado “Prado del Papa”, el Pontífice expresó un “Gracias de corazón” a los habitantes de Ratisbona por preparar su visita, y especialmente a aquellos que se dedicaron voluntariamente a arreglar la casa que conserva en la localidad de Pentling.
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El Santo Padre recordó que “desde la Ilustración, al menos una parte de la ciencia se ha dedicado a buscar una explicación al mundo en la que Dios sería innecesario. Y si eso fuera así, Dios se haría innecesario en nuestras vidas”.
Sin embargo, aclaró que “cada vez que parecía que este intento había logrado éxito –inevitablemente surgía lo evidente: ¡algo falta en la ecuación! Cuando se resta a Dios, algo no suma para el hombre, el mundo y todo el vasto universo”.
Según el Pontífice, “terminamos con dos alternativas: ¿Qué existió primero? La Razón creadora, el Espíritu que obra todo y suscita el desarrollo, o la Irracionalidad que, privada de toda razón, extrañamente produce un cosmos ordenado en modo matemático y al hombre y su razón. Esta última, sin embargo, sería entonces solo un resultado casual de la evolución y por lo tanto, al final, igualmente irrazonable”.
“Nosotros creemos que en el origen está el Verbo eterno, la Razón y no la Irracionalidad. Con esta fe no tenemos necesidad de escondernos, no debemos temer encontrarnos con ella en un ángulo ciego. ¡Estamos contentos de poder conocer a Dios!”
Los católicos “creemos en aquel Dios que es Espíritu Creador, Razón creadora, del que proviene todo y del que provenimos también nosotros (...). Esta Razón creadora es Bondad. Es Amor. Éste posee un rostro. Dios no nos deja andar a tientas en la oscuridad. Se ha mostrado como hombre” y “nos ama hasta el punto de dejarse clavar por nosotros en la Cruz, para llevar los sufrimientos de la humanidad hasta el corazón de Dios”.
“Hoy, que hemos aprendido a reconocer las patologías y las enfermedades mortales asociadas con la religión y de la razón, y los modos en que la imagen de Dios puede ser destruida a causa del odio y el fanatismo, es importante decir con claridad en qué Dios creemos y profesar confiadamente que este Dios tiene rostro humano”, insistió el Papa.
“Solo esto nos libera de tener miedo a Dios –que está últimamente en la raíz del ateísmo moderno. Solo este Dios nos salva del miedo del mundo y de la ansiedad ansia ante el vacío de la vida”.
Sobre el Juicio Final
“Juicio, ¿acaso esta palabra no nos hace tener miedo también? Por otro lado, ¿no deseamos tal vez todos que un día se haga justicia a todos los condenados injustamente, a cuantos han sufrido a lo largo de la vida y después de una vida llena de dolor han sido tragados por la muerte? ¿No queremos acaso que el exceso de injusticia y sufrimiento que vemos en la historia, al final se disuelva; que todos en definitiva puedan estar alegres, que todo adquiera un sentido? Este triunfo de la justicia, esta conjunción de tantos fragmentos de historia que parecen privados de sentido e integrarlos en un todo en el que dominen la verdad y el amor: es esto lo que significa el concepto del Juicio universal”, aclaró.
El Santo Padre manifestó que “la fe no está para dar miedo; en cambio –con certeza– nos llama a la responsabilidad. No debemos desperdiciar nuestra vida, ni abusar de ella; tampoco debemos guardarla para nosotros mismos; frente a la injusticia no debemos permanecer indiferentes, haciéndonos colaboradores silenciosos o incluso cómplices. Debemos percibir nuestra misión en la historia y buscar corresponder. Lo que se necesita no es miedo sino responsabilidad –responsabilidad y preocupación por nuestra salvación, y por la salvación de todo el mundo”.
Saludo a las Marías
Finalmente, recordó que hoy se celebra la fiesta del “Santísimo Nombre del María”. “A cuantas llevan este nombre –mi mamá y hermana lo llevaban– quisiera expresar mis más cordiales felicitaciones por su onomástico”, indicó.
“Hoy hemos escuchado en el Evangelio, cómo el Señor la dona como Madre al discípulo predilecto y, en él, a todos nosotros. En toda época, los cristianos han acogido con gratitud este testamento de Jesús, y junto a la Madre han encontrado siempre de nuevo aquella seguridad y confiada esperanza, que nos dan gozo en Dios. ¡Acojamos también nosotros a María como la estrella de nuestra vida, que nos introduce en la gran familia de Dios! Sí, quien cree nunca está solo”, concluyó.
Texto completo de la homilía: http://www.aciprensa.com/benedictoxvi/viajes/alemania06/documento8.htm