Ante la multitud que acompañó su primer Misa en suelo bávaro, el Papa Benedicto XVI urgió a los alemanes a no separar la ayuda social que generosamente brindan a la Iglesia, del apoyo a las tareas de evangelización.

En una intensa homilía en la que abordó la actual sordera del hombre ante Dios, el Papa aseguró que “la Iglesia Católica en Alemania es importantísima por sus actividades de ayuda social, por su disposición a ayudar ahí donde la ayuda es necesaria”. 

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Sin embargo, consideró que “los temas sociales y el Evangelio son inseparables. Cuando le damos a la gente solo conocimiento, habilidad, asistencia técnica y herramientas, le damos muy poco”.

“Algunos obispos africanos (que lo visitan en el Vaticano) suelen decir: 'si vengo a Alemania y presento proyectos sociales, de pronto todas las puertas se abren. Pero si vengo con un plan para la evangelización, encuentro siempre reservas'. Evidentemente, alguna gente tiene la idea de que los proyectos sociales deberían ser rápidamente asumidos, mientras que cualquier cosa que trate de Dios o de la fe católica es limitada y disminuida en su importancia”, denunció.

Según el Pontífice, “la experiencia de aquellos obispos es que todavía la evangelización por sí misma debería ser lo más importante, que el Dios de Jesucristo debe ser conocido, creído y amado; y los corazones deben ser convertidos si el progreso ha de llevarse a cabo en temas sociales y ha de empezar la reconciliación, y si -por ejemplo- el SIDA ha de ser combatido con auténtico realismo, enfrentando sus causas más profundas, y los enfermos tratados con todos los cuidados amorosos que necesitan”.

Si se separa la ayuda del Evangelio, indicó, “rápidamente, todos los mecanismos de la violencia toman el control: la capacidad de destruir y matar se convierte en el camino dominante para tomar el poder –un poder que en algún punto podría hacerse legal, pero que nunca será capaz de legitimarse”.

“Así, la reconciliación y un compromiso compartido con la justicia y el amor, se pierden gradualmente en el horizonte. Los criterios con los que la tecnología es puesta al servicio de la ley y el amor no son más criterios claros: es precisamente sobre estos criterios de los que depende todo: criterios que no son solo teorías, sino aquellos que iluminan el corazón y de esa manera ponen a la razón y la acción en el sendero correcto”, indicó.

Tolerancia en verdad

En otro momento de su homilía, el Santo Padre denunció “el desprecio a Dios y el cinismo que considera la mofa del sagrado como un ejercicio de la libertad y que erige la utilidad en el criterio moral supremo para el futuro de la investigación científica”.

“¡Este cinismo no es la clase de tolerancia y la franqueza cultural que la gente del mundo está buscando y que todos deseamos! La tolerancia que necesitamos urgentemente incluye el temor de Dios - respeto hacia lo que sagrado para otros. Este respeto hacia lo que otros consideran sagrado, nos demanda aprender una vez más el temor de Dios. Este sentido del respeto puede renacer en el mundo occidental solamente si renace la fe en Dios, si Dios se hace una vez más presente para nosotros y en nosotros”, afirmó.   

Tras aclarar que “no imponemos esta fe” porque “tal proselitismo es contrario al Cristianismo”, aseguró que “la fe puede desarrollarse solamente en libertad. Pero apelamos a la libertad de hombres y las mujeres de estar abiertos a Dios, buscarlo, oír su voz”.

“El mundo necesita a Dios. Necesitamos a Dios. ¿Pero qué Dios?”, cuestionó el Pontífice. “La explicación definitiva debe encontrarse en quien murió en la cruz: en Jesús, el Hijo de Dios encarnado. Su ‘venganza’ es la cruz: uno ‘no’ a la violencia y un ‘amor hasta el extremo’. Éste es el Dios que necesitamos. No debemos fallar en demostrar respeto por otras religiones y culturas, respeto profundo por su fe, cuando proclamamos claramente y sin compromisos al Dios que contradice la violencia con su propio sufrimiento; quien ante el poder del mal exalta su misericordia, para que el mal sea limitado y superado. A él ahora levantamos nuestras oraciones, que permanezca con nosotros y nos ayude a ser sus testigos creíbles”, concluyó.

Texto completo de la homilía del Papa Benedicto XVI en Munich:
http://www.aciprensa.com/benedictoxvi/viajes/alemania06/documento3.htm