El Papa Benedicto XVI aseguró en Baviera que para lograr una coexistencia pacífica es necesario que cada uno vea a Dios como el centro de todo y de “nuestras vidas personales”. Recordó que la Virgen María es la mejor maestra en este desafío.
Antes de terminar la multitudinaria Eucaristía que presidió en Munich, el Pontífice presidió el rezo del tradicional Ángelus dominical.
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En su reflexión, recordó qué necesario es – tanto para las vidas de los individuos como para una coexistencia serena y pacífica con los demás- ver a Dios como el centro de todo lo que hay y el centro de nuestras vidas personales”.
En este sentido, recordó que el “ejemplo supremo” de esta actitud es María. “En su vida terrenal, ella fue la Mujer que escuchó, la Virgen cuyo corazón se abrió a Dios y a los demás. Los fieles comprendieron esto desde los primeros siglos del Cristianismo, y por eso acudieron a ella en todas sus necesidades y problemas, implorando su ayuda e intercesión ante Dios”.
“Como testimonio de esto, aquí en nuestra patria Baviera hay cientos de iglesias y santuarios dedicados a María. Son lugares a los que numerosos peregrinos llegan en todo el año, confiándose a su amor y preocupación maternal”, indicó.
Asimismo explicó que “aquí en Munich, en el corazón de la ciudad, se erige el Mariensäule (Columna de María), ante el cual, exactamente hace 390 años, Baviera fue solemnemente confiado a la protección de la Madre de Dios. Y ayer, en ese mismo lugar, imploré una vez más la bendición de la Patrona de Baviera para esta ciudad y esta tierra”.
Asimismo, se refirió a la visita que mañana hará la ciudad de Altötting, donde tendrá “el gozo de inaugurar solemnemente la nueva Capilla de la Adoración que, precisamente en ese lujar, es un elocuente signo del papel de María: ella es y sigue siendo la asistenta del Señor que nunca se pone como centro, pero que desea guiarnos hacia Dios, para enseñarnos un estilo de vida en el que Dios es reconocido como el centro de todo lo que hay y el centro de nuestras vidas personales”.