"Que la visita a mi Patria despierte alegría del cristianismo", es el deseo que el Papa Benedicto XVI ha expresado en una carta dirigida a los fieles alemanes horas antes a su llegada a tierra bávara.

El Santo Padre dirigió una carta a la Münchener Kirchenzeitung, revista de la Arquidiócesis de Munich-Freising, en la que agradece los preparativos y expectativa por su visita y manifiesta su inmensa alegría "por poder encontrarme con los habitantes de Baviera, con los lugares de mi infancia y juventud, de mis estudios y de mi actividad como profesor de Teología y como Arzobispo de Munich y Freising".

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Después de agradecer las constantes oraciones y atenciones recibidas de sus paisanos, el Santo Padre señaló su deseo de "agradecer y retribuir de todo corazón la oración que siempre me han asegurado con confianza muchas personas, la cual es para mí un apoyo importante en la responsabilidad hacia la gran Iglesia Católica universal".

"Es por ello que me alegro mucho por las muchas personas que pueda saludar a mi paso por las calles, por los que quieran rezar conmigo en las plazas y en las veneradas iglesias, y celebrar el misterio de la santa Eucaristía. Estoy unido a ellos y les doy las gracias por su disposición a enfrentar el cansancio de la peregrinación y por las muchas horas de paciente espera", escribió el Sucesor de Pedro.

Luego de recordar el lema escogido por los obispos cuyas diócesis visitará, "Quien cree nunca está solo", el Santo Padre destaca a sus paisanos que "somos una comunidad de creyentes. Esta comunidad se extiende a través de los siglos por muchas generaciones, dejando una huella cristiana en el pueblo bávaro y su cultura en el espíritu del Evangelio. Esta comunidad abraza al mismo tiempo también a las personas de hoy de manera que un cristianismo, a veces cansado, pueda vivir un tiempo pentecostal y sacar valentía para un nuevo despertar".

Más adelante expresa su deseo profundo de que la "visita a mi patria pueda despertar la alegría en el cristianismo y sobre todo que pueda reforzar la confianza en la responsabilidad asumida por la comunidad eclesial de realizar un futuro humano para todos. A esto, uno también la esperanza de que haya cada vez más jóvenes que puedan superar sus dudas en la capacidad de futuro de la Iglesia y seguir la vocación de servicio como sacerdotes o religiosos".

Finalmente, el Santo Padre exhorta a que "los días de mi visita a Baviera y durante el período sucesivo, dejémonos impregnar por esta conciencia que nos apoya, es decir, que la Iglesia no vive a partir de nosotros ni de nuestra contribución, sino que sólo es regida por el amor de Cristo, en quien podemos poner siempre nuestra confianza".