El Arzobispo Emérito de Barcelona, Cardenal Ricardo María Carles, advirtió que "profanizar" la cultura comporta "profanar" la existencia humana al privarla de aquello que le es esencial y fundamenta su dignidad: Su relación con Dios.
En muchos aspectos, lamenta el Purpurado en un artículo publicado en el diario La Razón, "se quiere hacer una sociedad en la que, aquello que es esencial al ser humano, estar relacionado con Dios, se convierta en un asunto privado y que se declare ella misma totalmente profana. ‘Profanizar’ la cultura comporta ‘profanar’ la existencia humana, al privarla de aquello que es esencial al ser humano".
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"Una tal sociedad -prosigue el Cardenal-, deviene triste por naturaleza y constituye un lugar de desesperanza, porque se quiere fundar sobre una reducción de la dignidad de la persona. Una sociedad cuyo orden público está determinado de forma consecuente por el agnosticismo no es una sociedad liberada, sino una sociedad desesperada, marcada por la tristeza del hombre huyendo de Dios y en contradicción consigo mismo".
Para ilustrar su crítica, el Purpurado alude al entonces Cardenal Ratzinger, quien en su discurso antes de ser elegido Pontífice, afirma que Europa ha desarrollado una cultura que excluye a Dios de la conciencia pública en modo desconocido hasta ahora, bien negándole completamente, bien porque su existencia se reputa no demostrable, incierta y, por ello, perteneciente al ámbito de las elecciones subjetivas; en cualquier caso, irrelevante para la vida pública.
Sobre la ausencia de referencia alguna en la Constitución Europea sobre Dios y las raíces cristianas de Europa, el Cardenal Carles recoge el pensamiento del hoy Pontífice: "Las razones que se dan en este debate público para este neto ‘no’ son superficiales y es evidente que más que indicar la verdadera motivación, la encubren... Presuponen la idea de que sólo la cultura ilustrada radical, que ha alcanzado su pleno desarrollo europeo podría ser constitutiva para la identidad europea. A su lado pueden coexistir, pues, diferentes culturas religiosas con sus correspondientes derechos a condición de que, y en la medida en que, respeten los criterios de la cultura ilustrada y se subordinen a ella".