Miles de peregrinos se dieron cita el día de hoy en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo para rezar el Ángelus Dominical con el Papa Benedicto XVI , quien en sus palabras introductorias recordó al Papa San Gregorio Magno como un ejemplo de síntesis equilibrada de contemplación y de acción.
En el día en que la Iglesia celebra a san Gregorio Magno, Papa y Doctor de la Iglesia, el Santo Padre lo presentó como “ejemplo tanto para los Pastores de la Iglesia como para los funcionarios públicos: fue primero Prefecto y después Obispo de Roma”
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Refiriéndose al santo dijo: “Como funcionario imperial se distinguió por la capacidad administrativa e integridad moral, de modo que a solo treinta años ocupó el más alto cargo civil de Praefectus Urbis. En su interior, sin embargo, maduraba la vocación a la vida monástica, que abrazó en el 574, con la muerte del padre”.
“La Regla benedictina –continuó- se convirtió entonces en la estructura de su existencia. Incluso cuando fue enviado por el Papa como representante suyo ante el Emperador de Oriente, mantuvo un estilo de vida monástico, simple y pobre”.
Prosiguiendo con la vida de Gregorio Magno recordó que a la muerte del Papa Pelagio II, de quien fuera un “cercano colaborador”, fue “aclamado por todos como sucesor”, tratando de “huir de aquel nombramiento, pero tuvo al final que darse por vencido y, dejando el monasterio, se dedicó a la vida de comunidad, conciente de estar respondiendo a un deber y de ser un simple ‘siervo de los siervos de Dios’”.
El Pontífice citó a Gregorio Magno: “No es verdaderamente humilde quien entiende que tiene que estar a la guía de los otros por decreto de la voluntad divina, y sin embargo desprecia esta preeminencia”.
“San Gregorio Magno –agregó- desarrolló una intensa acción pastoral y civil. La obra más célebre es sin lugar a dudas la Regla pastoral, que tuvo para el clero la misma importancia que tuvo la Regla de san Benito para los monjes del Medioevo”.
En tal contexto el Papa citó nuevamente a su predecesor dicendo que “la vida del pastor de almas debe ser una síntesis equilibrada de contemplación y de acción, animada por el amor que toca cumbres altísimas cuando se acerca misericordioso a los males profundos de los otros. La capacidad de inclinarse hacia la miseria ajena es la medida de la fuerza del lanzamiento hacia lo alto”.
Terminadas las palabras introductorias, el Papa rezó el ángelus con los presentes y seguidamente dirigió saludos en diversas lenguas.