Al visitar esta mañana el Santuario de la Santa Faz en la localidad italiana de Manoppello, ubicada en la región montañosa de los Abruzos, el Papa Benedicto XVI invitó a todos los fieles, especialmente a los sacerdotes, a contemplar y reflejar el rostro de Cristo en sus vidas.
El Pontífice se trasladó en helicóptero desde Castelgandolfo hasta el santuario, donde fue recibido por las autoridades civiles locales y por el Arzobispo de Chieti-Vasto, Mons. Bruno Forte, a quien tiempo atrás, aún siendo Cardenal, había manifestado su deseo de visitar el santuario.
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Antes de ingresar al santuario, donde permaneció en oración por largo tiempo completamente solo, el Sumo Pontífice agradeció a los cerca de diez mil peregrinos congregados, su presencia y su particular entusiasmo y dijo que ve “a la Iglesia como una gran familia. Una familia que se une cuando está con el Papa”.
“Todos buscamos el Rostro del Señor, y es este el sentido de mi visita a Manoppello: Un rostro que juntos intentamos conocer siempre mejor, y del que encontramos esta fuerza de amor y de paz que nos muestra también el camino de nuestra vida”.
Tras visitar a la comunidad religiosa del convento de capuchinos que atienden el santuario, el Santo Padre dirigió un discurso a los miles de fieles congregados ante el santuario.
La centralidad de Cristo y su Rostro fue el tema principal del mensaje del Papa.
“Quien encuentra a Jesús, quien se deja atraer por Él y está dispuesto a seguirlo hasta el sacrificio de la vida –afirmó–, experimenta personalmente, como Él hizo en la cruz, que solo el grano de trigo que cae en la tierra y muere produce mucho fruto”.
Tras poner de relieve que “este es el camino de Cristo, el camino del amor total que vence la muerte”, Benedicto XVI destacó que “esta es la experiencia de los verdaderos amigos de Dios, los santos, que han reconocido y amado en los hermanos, especialmente los más pobres y necesitados, el rostro de aquel Dios contemplado durante mucho tiempo con amor en la oración. Estos son valientes ejemplos que debemos imitar”.
“Para entrar en comunión con Cristo y contemplar su rostro”, siguió el Papa se necesitan “vidas iluminadas por la verdad del amor que vence la indiferencia, la duda, la mentira y el egoísmo, además de corazones puros”.
El rostro de Cristo en el sacerdote
Hablándole luego a los sacerdotes, el Pontífice señaló que si la santidad del rostro de Cristo quedaba impresa en ellos, “también los fieles confiados a vuestros cuidados serán contagiados y transformados”. A los seminaristas pidió que no se dejaran “atraer por nada más que Jesús y por el deseo de servir a su Iglesia”; y luego exhortó a los religiosos y religiosas a que todas sus actividades fueran “un reflejo visible de la bondad y de la misericordia divina”. “Buscar el rostro de Jesús debe ser el deseo de todos los cristianos”.
El Papa pidió a la Virgen María, “en cuyo rostro se delinean más que en otra criatura los rasgos del Verbo encarnado, que vele sobre las familias y las parroquias, las ciudades y naciones del mundo entero. Que la Madre del Creador nos ayude a respetar también la naturaleza, gran don de Dios” que, “sin embargo, está cada vez más expuesto a serios riesgos de degradación ambiental y que, por tanto, debe ser defendido y tutelado”.