El Arzobispo de Toledo, Cardenal Antonio Cañizares, afirmó que "la quiebra moral y de humanidad que hoy padecemos está unida inseparablemente a la ‘crisis de Dios’, a su ausencia del espacio humano y cultural".
Durante la Misa por la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María celebrada en la Catedral primada, el Purpurado indicó que lo que la Virgen destaca en el canto del Magnificat es "la grandeza de Dios, la verdad de Dios, su misericordia infinita, su obra que engrandece, levanta y salva al hombre, las maravillas que Él ha hecho, hace y hará en favor de los hombres".
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Seguidamente precisó que la grandeza del hombre está en "ser de Dios, ser criatura suya" y en "vivir la obediencia a Dios y cumplir su divina voluntad es donde se condensa la más verdadera y genuina antropología". "El verdadero problema de nuestro tiempo es la quiebra de humanidad, o sea, la falta de una visión verdadera del hombre inseparable de Dios", subrayó.
El Arzobispo de Toledo afirmó además que "sin duda el olvido de Dios, o el rechazo de Él, es el acontecimiento fundamental de los ‘tiempos de indigencia y pequeñez humana’ que vivimos".
"El día en que, hablando hipotéticamente, llegase a todas las partes el anuncio de la muerte de Dios, de su olvido total y de su desaparición de su Nombre entre los hombres, sólo podría ser espantoso y terrible" advirtió el Cardenal y explicó que a eso podría conducir "un ‘laicismo esencial’ al que parece que se quiere llevar a nuestra sociedad. Porque ese ‘laicismo esencial’ conlleva que Dios no cuente en la vida de los hombres, en las relaciones humanas, en el ethos o comportamiento público y social de la persona".
A continuación el Cardenal Cañizares denunció algunas consecuencias de este "laicismo esencial" como el quiebre interior del "verdadero sentido de las profundas aspiraciones del hombre, debilita y deforma los valores éticos de convivencia, socaba las bases para el respeto a la dignidad inviolable de la persona humana y priva del fundamento más sólido para el amor y estimación hacia los otros y el apoyo solidario e incondicional a los demás. Digo más: No es posible un Estado ateo; se vuelve contra el hombre"
"No propugnamos una sociedad confesional -prosiguió- aunque ojalá que todos conociesen y creyesen, porque es ahí donde está la vida eterna; (y ojalá también que siempre se respetasen en ella las convicciones religiosas y se cumpliese y garantizase en todo momento el derecho inalienable a la libertad religiosa)".
Después de explicar que la tarea principal de la Iglesia "es avivar y alimentar la experiencia de Dios hoy, dar testimonio de Dios" y que ésta "cuando sale en defensa del hombre y reclama criterios morales válidos para todos en la vida pública, no pretende imponerse al resto de la sociedad a quienes les corresponde la gestión pública, tampoco fortalecerse con privilegios o imposiciones sociales o morales" el Purpurado recordó que la Iglesia debe ser "respetada en su condición y razón de ser que es su testimonio de Dios, con todas sus consecuencias y exigencias".
Asimismo, citó las palabras del Papa Benedicto XVI en esta misma fiesta, cuando llamó a engrandecer "a Dios en la vida pública y en la vida privada. Eso significa hacer espacio a Dios cada día en nuestra vida, comenzando desde la mañana con la oración y luego dando tiempo a Dios, dando el domingo a Dios. No perdemos nuestro tiempo libre si se le ofrecemos a Dios. Si Dios entra en nuestro tiempo, todo el tiempo se hace más grande, más amplio y más rico".