Ante miles de personas reunidas en el Aula Pablo VI para participar en la Audiencia General, el Papa Benedicto XVI recordó que el amor tiene su fuente en Dios, quien lo demuestra entrando en la historia por medio de Jesucristo.

Al iniciar su catequesis el Pontífice definió a los Apóstoles como “compañeros de camino de Jesús, amigos de Jesús” y explicó que al seguir “un camino interior en el cual han aprendido la fe en Jesucristo, no sin dificultades pues eran hombres como nosotros”, son “guías para nosotros, que nos ayudan a conocer a Jesucristo, a amarlo y a tener fe en Él”.

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El Papa meditó sobre los escritos del apóstol Juan y señaló que el evangelista “no hace un tratado abstracto, filosófico o teológico, sobre el significado del amor. El verdadero amor, por su propia naturaleza, no es jamás puramente especulativo, sino que habla como referencia directa, concreta y verificable en personas reales”.

Según Benedicto XVI, Juan presenta el dinamismo del amor en tres momentos: “El primero se refiere a la Fuente misma del amor, que el Apóstol pone en Dios. Juan no se limita a describir el actuar divino, sino que procede hasta sus raíces. No pretende atribuir una cualidad divina a un amor genérico y tal vez impersonal; no sube desde el amor hasta Dios, sino que se dirige directamente a Dios para definir su naturaleza con la dimensión infinita del amor”.

Sobre este primer momento agregó que “con todo ello Juan quiere decir que el constitutivo esencial de Dios es el amor y que por lo tanto toda la actividad de Dios nace del amor y está marcada por el amor”.

El segundo momento se manifiesta con el hecho que “Dios ha demostrado concretamente su amor entrando en la historia humana mediante la persona de Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado por nosotros”.

“Él no se ha limitado a las declaraciones verbales, sino que se ha comprometido verdaderamente y ha pagado en primera persona. El amor de Dios por los hombres se concretiza y se manifiesta en el amor de Jesús mismo”, indicó.

El tercer momento implica el llamado “al compromiso de una respuesta activa, que para ser adecuada non puede ser sino una respuesta de amor”.

“El amor se vuelve verdaderamente cristiano, llevando en sí la novedad del cristianismo: sea en el sentido que este debe estar dirigido a todos sin distinción, sea sobre todo en cuanto que debe ir hasta las extremas consecuencias, no teniendo otra medida que el ser sin medida”, agregó.

Hacia el final de su catequesis el Papa citó La imitación de Cristo, afirmando que “el noble amor de Jesús nos empuja a operar cosas grandes y nos incita a desear cosas siempre más perfectas. Aquel que ama vuela, corre y goza, es libre, e no es obstaculizado por nada. Dona todo por todos y tiene todo en cada cosa, porque encuentra reposo en el solo grande que está sobre todas las cosas, del cual brota y proviene todo bien”.

Pater Noster