El fútbol despierta pasiones y Argentina es uno de los países con mayor afición por este deporte. Su selección nacional participa con éxito en el Mundial de Fútbol Alemania 2006, donde ya ha marcado ocho goles en dos partidos. En este contexto, un sacerdote periodista hizo una sana advertencia a sus paisanos: Que el Mundial no se convierta en su razón para vivir.
El Padre Juan Eduardo Arnau, fundador del semanario Cristo Hoy, dedicó su último editorial a la fiesta del fútbol. En el artículo “Cómo vivir un Mundial”, se confiesa un seguidor más de la selección argentina y señala que no se perderá los partidos más importantes de este certamen, pero al mismo tiempo sugiere a sus compatriotas no sobredimensionar este tiempo de diversión.
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“Es preocupante que para muchos el Mundial no sea una simple diversión pasajera, sino una razón para vivir (el Mundial en general, el fútbol en particular y los mil sucedáneos). De la misma manera que puede ser una falsa razón de vida, también puede ser un falso patriotismo al creer que ese fervor nacional que a todos nos une, y hasta enardece, es suficiente como para luego no ver de qué manera servir de otras formas concretas a la patria”, advierte el sacerdote.
Según el Padre Arnau, “toda la euforia del certamen internacional de fútbol va haciendo que nos levantemos con más adrenalina, que saltemos rápido de la cama a la mañana con mucha inquietud, que se nos note más animados, más dinámicos, en una palabra, que nos sintamos mejor. Pero todos sabemos que en contadísimas semanas el Mundial pasará a ser un recuerdo y nos tendremos que topar, entonces, con la realidad, con nosotros mismos”.
El sacerdote compara el Mundial con unas regias vacaciones. “Las mejores vacaciones son aquellas que en un determinado momento nos han retonificado, y entonces nos decimos ‘quiero volver porque ya tengo ganas y fuerzas para asumir el desafío de la vida’”, indica.
Por eso, considera que sería triste “que para muchas personas esta frivolidad (la del Mundial) llegue a constituir una verdadera ‘razón de ser’, es decir, un núcleo, un eje donde se aglutinen todas sus ansias vitales”.