El Arzobispo de Sevilla, Cardenal Carlos Amigo Vallejo, señaló que la Eucaristía es "luz para comprender los misterios; fuente inagotable de la gracia que necesitamos" durante su homilía pronunciada en la Solemnidad del Corpus Christi en la Catedral de esta ciudad.
Luego de recordar que en la procesión de esta Fiesta la Iglesia continúa el acompañamiento al Señor en el monte de los Olivos, pero ahora con la alegría de la resurrección, el Purpurado destacó que "en momentos especialmente difíciles, y para llenar de esperanza a los cristianos, se ofrece la promesa del pan vivo bajado del cielo, que será ofrecido en remisión de los pecados".
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El Cardenal indicó luego que "Dios ha querido hablarnos de maneras muy diversas y ayudarnos a ver su presencia. En la creación entera, en la bondad de las personas, en la encarnación del Verbo, en el nacimiento en Belén, en la transfiguración, en la muerte y resurrección. Ahora se realiza una maravillosa epifanía en el misterio de la Eucaristía. Se han cambiado las señales y el momento, pero no la realidad. Éste es Jesucristo, el hijo del Dios vivo".
Después de relatar que los discípulos de Emaús le pidieron a Jesús quedarse con ellos, el Arzobispo explicó que "no podían conformarse con una palabras de esperanza futura. ¡Esto es mi cuerpo! Estoy aquí, con vosotros".
"La Iglesia no impone a los demás su convencimientos de fe, simplemente se los ofrece. Manifestar no es imponer, es generosidad. Si Cristo se ofrece por todos, a todos hemos de llevar cuanto de Él hemos recibido", subrayó el Purpurado.
Seguidamente, el Cardenal Amigo hizo una breve descripción de la Eucaristía y dijo que ésta es "luz para comprender los misterios; fuente inagotable de la gracia que necesitamos; sacrificio en el que Cristo carga sobre sí nuestros pecados y nos da su vida; manantial donde se encuentra todo el bien de la Iglesia; alimento que colma de gracia; escuela donde se aprende a vivir el misterio más grande de nuestra fe".
"Ante el santísimo misterio de la Eucaristía solamente cabe la actitud de entrega al amor de Dios, tal como lo hizo la bienaventurada Virgen María: que todo se haga según tu palabra. Y la palabra de Cristo no es otra que aquella que sigue resonando con inmutable claridad desde el día de la última cena: ¡Este es mi Cuerpo, esta es mi Sangre. Haced esto en memoria mía! Hacemos, pues, lo que nos ha mandado el Señor", finalizó el Purpurado.