El Papa Benedicto XVI dio a conocer hoy su mensaje con ocasión de la 80º Jornada Misionera Mundial, que se celebrará el próximo 22 de octubre, en el que señala que la caridad debe mover a los cristianos a anunciar a Jesucristo a todo el mundo.
En el mensaje, titulado “La caridad, alma de la misión” el Santo Padre señala que “cada comunidad cristiana está llamada a hacer conocer a Dios que es Amor”.
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Además, luego de destacar que “el ser humano salió de las manos del Creador como fruto de una iniciativa de amor”, y que aunque “el pecado ofuscó después en él la huella divina”, Dios Padre envió a su Hijo para salvar “a todas las criaturas humanas de la esclavitud del mal y de la muerte”.
“Gracias a Cristo, buen Pastor, que no abandona a la oveja perdida –continúa–, los seres humanos de todos los tiempos pueden entrar en comunión con Dios... Signo sorprendente de este amor es la Cruz”.
“Para amar según Dios –sigue el Santo Padre– es necesario vivir en Él y de Él: Dios es la primera ‘casa’ del hombre y sólo quien mora en Él arde con un fuego de caridad divina capaz de ‘incendiar’ el mundo. ¿No es esta la misión de la Iglesia en todos los tiempos? Entonces no es difícil comprender que la autentica solicitud misionera, compromiso primario de la comunidad eclesial, está unida a la fidelidad al amor divino, y esto vale para cada cristiano, para cada comunidad local, para las Iglesias particulares y para todo el Pueblo de Dios”
“Precisamente, de la conciencia de esta misión común recobra fuerzas la generosa disponibilidad de los discípulos de Cristo para realizar obras de promoción humana y espiritual que testimonian, como escribía el querido Juan Pablo II en la Encíclica Redemptoris missio, ‘el alma de toda la actividad misionera’”, agrega el Papa.
El Santo Padre hace hincapié en que “ser misioneros significa amar a Dios con todo nuestro ser, hasta dar, si es necesario, incluso la vida por Él. ¡Cuántos sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, también en nuestros días, han ofrecido el supremo testimonio de amor con el martirio!”.
“Ser misioneros –añade– es atender, como el buen Samaritano, las necesidades de todos, especialmente de los más pobres y necesitados, porque quien ama con el corazón de Cristo no busca el propio interés, sino únicamente la gloria del Padre y el bien del prójimo. Este es el secreto de la fecundidad apostólica de la acción misionera, que supera las fronteras y las culturas, llega a los pueblos y se difunde hasta los confines extremos del mundo”.
Benedicto XVI pide además que la Jornada Misionera Mundial “sea una ocasión útil para comprender cada vez mejor que el testimonio del amor, alma de la misión, concierne a todos... Junto a los que están en primera línea en las fronteras de la evangelización –pienso con reconocimiento en los misioneros y las misioneras– muchos otros, niños, jóvenes y adultos, contribuyen con la oración y su cooperación en diversos modos a la difusión del Reino de Dios en la tierra”.
esta co-participación crezca cada vez más