El Fundador del Movimiento de Vida Cristiana, el peruano Luis Fernando Figari, señaló este jueves en Roma que la educación cristiana consiste en presentar a los jóvenes de hoy al Señor Jesús como la clave definitiva para “comprender el sentido de la vida” “llegar a la realización personal”.
El también Fundador de la Familia Sodálite, tuvo a cargo una intervención durante el Segundo Congreso Mundial de los Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades que se realiza en Rocca di Papa, a las afueras de Roma, bajo el tema de “La belleza de ser cristiano y la alegría de comunicarlo”.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Al abordar el tema de “la belleza y la alegría de ser cristiano en la educación de los jóvenes del mundo contemporáneo” ante los delegados de unos 80 movimientos y nuevas comunidades y de cardenales y obispos integrantes del Pontificio Consejo para los Laicos, Figari destacó que la educación de los jóvenes en la fe de plantearse “como respuesta a sus necesidades más profundas, a sus preocupaciones diarias, a sus dilemas existenciales y a sus horizontes”, desde “la luz de la verdad, la bondad y la belleza que Jesús despierta en cuantos aprenden a responder a su llamado y se abren al dinamismo de su amor y reconciliación”.
El Fundador peruano recordó que las dificultades interiores y exteriores que el mundo relativista actual presenta al cristiano “deben ser tenidas en cuenta para que al hablar de educación en la fe de la juventud no se quede uno en abstracciones y buenos propósitos”; y recordó que en la enseñanza del Papa Benedicto XVI la educación en la fe de los jóvenes supone “presentarles al Señor Jesús como quien ilumina su realidad personal, sus preguntas más inquietantes, su horizonte, su despliegue como la clave definitiva para comprender el sentido de la vida, el camino para llegar a la realización personal, y a su plenitud en el encuentro definitivo con Dios”.
“Aproximándonos al tema desde la perspectiva de la fe de la Iglesia y del hombre completo –subrayó–, tenemos que será necesario conocer el misterio de la salvación y sus alcances en la personalización del ser humano (fe en la mente); será necesario adorar a Dios, adherirse vitalmente y dejarse configurar al Señor Jesús (fe en el corazón); vivir la vida cristiana, dar testimonio de la esperanza y ayudar a la transformación de la sociedad y la cultura según el divino Plan (fe en la acción)".
Al respecto de la "fe en la mente", Luis Fernando recordó que corresponde al espíritu del sujeto que es capaz de conocer cubrir “el aspecto intelectual, pero no en un sentido frío, sino vital”, que va a la “dimensión existencial del ser humano, lo que resulta especialmente atractivo para el joven”.
“El aspecto categorial de la fe no es eludible. Más aún, la verdad es el alma de la belleza”, agregó Figari. “Una fe mal conocida será una fe mal vivida”, dijo también, al destacar el efecto negativo del abandono de la formación religiosa o su reemplazo “por procedimientos subjetivistas, en muchos casos con un marcado sesgo emotivo y sentimental, como si la fe fuese un asunto sin importancia sobre la cual cada uno puede opinar lo que le parece o lo que su capricho le dicta”.
Hablando luego de la “fe en el corazón” el Fundador peruano señaló que ésta “corresponde al campo de los sentimientos y la voluntad”. “No basta la captación cognoscitiva de la verdad –dijo-, es necesaria su asimilación vital. Debe llegar a lo profundo de la persona joven”.
“La adhesión a Jesús –agregó–, y su seguimiento ardoroso por el camino de la fe, son dimensiones fundamentales de un encuentro vital y de una apertura tan efectiva como sólidamente afectiva a Aquel que es la respuesta plena al hambre de infinito, de bondad, de belleza, de verdad del ser humano”.
Sobre la “fe en la acción” señaló que ésta es “la proyección, mediante la expresión en la vida cotidiana y el testimonio, de la fe en la mente y en el corazón”.
“La fe en acción, en el aspecto educativo, no consiste sólo en promover el actuar, sino fundamentalmente en la creación de hábitos de recta acción y su ulterior empleo en el obrar en respuesta al Plan de Dios para la realización del ser humano en sí y en relación con los demás”.
En este campo, señaló, “es fundamental referirse a la liturgia, puesto que ésta, bien conducida y entendida, produce un impacto altamente positivo en las áreas cognoscitiva y afectiva, al tiempo que es sustento y expresión de la vida cristiana, que de ella nace y a ella conduce”.
“Igualmente –agregó–, es necesario recordar el sentido funcional diacónico que tiene el cristiano. La vida es servicio”.
Finalmente, Figari concluyó su exposición destacando que “la educación es sólo uno de los factores y ciertamente no el principal, por lo que el respeto real y efectivo a la libertad debe ser una de sus características, así como la no imposición de una manera de ser o hacer, sino comunicar el entusiasmo por la adhesión al Señor Jesús y lo que ésta significa en la realización integral de la persona, que incluye la dimensión comunitaria”.