Con motivo de la Jornada Pascual del Enfermo, celebrada el pasado 21 de mayo, el Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María Rouco Varela, señaló que en este año 2006, "nos fijamos de modo particular en el acompañamiento espiritual al enfermo, puesto que, cuando nos llega la enfermedad" hacen falta esos cuidados.
"Así lo hacía Jesucristo nuestro Señor, con los enfermos que le presentaban, pues se preocupaba a la vez por su curación corporal y por su salud espiritual", enfatizó el Prelado. "Es así que en continuidad con lo que Jesús hacía y enseñó a realizar a sus apóstoles y discípulos, su Iglesia hoy también quiere prolongar el acompañamiento espiritual, acercando al mismo Señor a quienes lo necesitan de modo singular al encontrarse enfermos", resaltó el Cardenal.
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El Purpurado manifestó que "el Santo Padre nos ayuda a comprender que el ejercicio de la caridad va unido al anuncio de la Palabra y la administración de los Sacramentos, pues en la Iglesia practicar el amor hacia los enfermos y los necesitados de todo tipo, pertenece a su esencia tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio".
"Durante la enfermedad necesitamos el don de fortaleza del Espíritu Santo que se nos comunica en la acogida de la Palabra de Dios y en la celebración de los Sacramentos: la Penitencia, la Unción de los Enfermos y la Eucaristía", aseguró.
El Prelado destacó que "el Señor continúa acompañándonos en la fragilidad de la enfermedad y en la debilidad del pecado y de la misma manera que Él en su muerte y resurrección ya ha vencido a la muerte y al pecado, así también nosotros mantenemos en Él nuestra esperanza".
Haciendo referencia a la solemnidad de Pentecostés, el Cardenal Rouco recordó que "el Señor, después de la Ascensión, envió al Espíritu Santo, que nos ayuda a sanar el corazón enfermo y es ‘fuente de mayor consuelo’ en medio de la enfermedad". A su vez pidió por cuantos trabajan en la atención sanitaria y en la pastoral de la salud, profesionales, voluntarios y familiares de los enfermos, para que "abran su alma al don del Espíritu Santo y puedan acompañarlos también espiritualmente".
El Prelado pidió al Señor para que los enfermos abran su corazón al Espíritu Santo y experimenten que la fuerza de Cristo se realiza en la flaqueza, a la vez que resaltó "la importancia que tiene la cercanía y el acompañamiento de sus familiares y amigos que será también un signo de la presencia de Dios en medio de la soledad que muchas veces comporta el estar enfermo", concluyó.