El Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García-Gasco, recordó en su carta semanal que la “corporalidad humana necesita ser guiada por el espíritu, por la inteligencia y la libertad” ya que reducirlo a lo meramente biológico conlleva a alejar a la persona del recto ejercicio de su libertad y dignidad.
Según informa la agencia AVAN, Mons. García-Gasco afirma en su carta semanal titulada “El amor verdadero es el que lleva a la felicidad”, que "tratar a las personas como animales, o a los animales como si fueran seres humanos, es un grave e irracional atentado a la dignidad humana", recordando que "a lo largo de la historia se han cometido errores antropológicos y morales por despreciar el valor del cuerpo, por considerarlo una cárcel, una prisión. Hoy asistimos a una falsa valoración de la corporalidad humana, definida por Benedicto XVI como `una exaltación engañosa del cuerpo’" .
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Mas adelante, el Arzobispo de Valencia recuerda que el amor humano "es la respuesta a la iniciativa de Dios que ama al ser humano, y le dota de una naturaleza capaz de amar y de reconocer la dignidad personal en sí mismo y en los demás", por lo que el amor cristiano “no se reduce a sentir un conjunto de experiencias agradables en las relaciones humanas, sino que es algo más profundo y decisivo".
“Este amor –continúa el Prelado– no madura con los ojos cerrados, sino con una actitud abierta, inteligente y responsable" pues "sólo ama de verdad la persona que se implica en la entrega completa de sí misma". Se trata, según define el Arzobispo, de "la exigencia ineludible del amor: sólo cuando el cuerpo y el alma se funden en una unidad, el hombre experimenta su auténtica identidad y el amor madura hasta su verdadera grandeza".
La persona "expresa con su cuerpo el lenguaje del amor", recuerda y destaca que la corporalidad humana "necesita ser guiada por el espíritu, por la inteligencia y la libertad", mientras que la libertad "permite saber guiar las dinámicas propias de lo corporal hacia el bien integral de la persona, hacia el cultivo de la libertad y de la capacidad de amar".
"Si las personas –explica Mons. García-Gasco– pierden el dominio sobre esas dinámicas se hacen sus esclavos. Esta es la raíz de tantas adicciones que azotan a las personas en nuestras sociedades avanzadas: anorexia, bulimia, drogadicción, adicción al sexo, al juego. En definitiva, "el cuerpo necesita de la guía de la inteligencia, del espíritu, de la libertad para ayudar a la plenitud de la persona".