En un discurso común dirigido hoy a los nuevos embajadores de Chad, India, Cabo Verde, Moldavia y Australia, el Papa Benedicto XVI recordó a los responsables de la conducción de las naciones la necesidad de “un compromiso concreto que no busque sólo el interés de una clase particular” en detrimento del interés general, sino que se dirija principalmente el “bien común del entero país y, con más amplitud, a la entera humanidad”.
Tras destacar la labor de los diplomáticos en la instauración y reafirmación entre los pueblos, el Santo Padre subrayó que “no basta con decidir la paz o la colaboración entre las naciones para que este deseo se cumpla” sino que es necesario, “un compromiso concreto que no busque sólo el interés de una clase particular de la sociedad, en detrimento del interés general, sino que apunte ante todo al bien común del entero país y, con más amplitud, a la entera humanidad.
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“En la época de la globalización –continuó– es importante que la gestión de la vida política no obedezca únicamente a consideraciones económicas, a la búsqueda de una rentabilidad creciente, al empleo desconsiderado de los recursos del planeta, en detrimento de las poblaciones, sobre todo de las menos favorecidas, hipotecando así a largo plazo el porvenir del mundo".
Más adelante, el Pontífice subrayó que “la paz se enraíza en el respeto de la libertad religiosa, que es un aspecto fundamental y primordial de la libertad de conciencia de las personas y de la libertad de los pueblos. Es importante que, en cualquier parte del mundo, toda persona pueda adherir a la religión que elija y practicarla libremente y sin temor, porque ninguno puede basar su existencia únicamente en la búsqueda del bienestar material. Aceptar esa dimensión personal y colectiva tendrá sin duda alguna efectos benéficos sobre la vida social".
Por último, Benedicto XVI instó a la comunidad internacional a privilegiar la atención a las personas antes que a las meras cuestiones económicas. "Es nuestro deber ser responsables unos de otros y de la buena marcha del mundo, porque ninguno puede responder como Caín a la pregunta de Dios: ‘¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?’”, concluyó.
Después de su alocución, el Papa entregó un discurso a cada uno de los embajadores, relativo a la situación del país.