Al recibir hoy a los participantes en la 56º asamblea general de la Conferencia Episcopal Italiana, el Papa Benedicto XVI afirmó que la Iglesia, al recordar el valor que tienen para la vida privada y pública algunos principios éticos fundamentales, no viola la laicidad del Estado, sino más bien, contribuye a “garantizar y promover la dignidad de la persona y el bien común de la sociedad".
Al reafirmar el principio cristiano de la distinción entre la Iglesia y el Estado, el Santo Padre subrayó que "una sana laicidad del Estado conlleva que las realidades temporales se rijan según sus normas propias, a las que pertenecen también aquellas instancias éticas que hallan su fundamento en la esencia misma del ser humano, y que por tanto, conducen en último análisis al Creador".
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“Al mismo tiempo, y precisamente en virtud de la misma misión de salvación, –continuó el Papa haciendo referencia a la encíclica ‘Deus caritas est’– la Iglesia no puede renunciar al deber de purificar la razón mediante la propuesta de la propia doctrina social, argumentada ‘a partir de lo que es conforme a la naturaleza de todo ser humano’, y de despertar las fuerzas morales y espirituales, abriendo la voluntad a las auténticas exigencias del bien”.
Así, el Pontífice señaló que al recordar hoy “el valor que tienen para la vida no sólo privada sino también pública algunos principios éticos fundamentales, enraizados en el gran patrimonio cristiano de Europa, y en particular de Italia, no violamos la laicidad del Estado, sino más bien, contribuimos a garantizar y promover la dignidad de la persona y el bien común de la sociedad".
Concluyendo su reflexión sobre el particular, el Santo Padre recordó la obligación de "ofrecer un claro testimonio de estos valores a todos nuestros hermanos: con éste no les imponemos inútiles pesos, sino que les ayudamos a avanzar por el camino de la vida y de la auténtica libertad".