Al recibir a los participantes en el Congreso internacional promovido por el Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia de la Pontificia Universidad Lateranense, con ocasión de su 25º aniversario, el Papa Benedicto XVI reiteró la centralidad de la familia y rechazó los “matrimonios” homosexuales.
Al dirigirse a los participantes del Congreso “La herencia de Juan Pablo II sobre el matrimonio y la familia: amar el amor humano”, el Papa recordó que el 13 de mayo de 1981, día del atentado de Alí Agca en la Plaza de San Pedro, Juan Pablo II tenía previsto anunciar durante la Audiencia General la fundación de este Instituto, cuya sede central está en Roma y las otras secciones se encuentran en Estados Unidos, México, India, Benin, Australia, España y Brasil.
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Refiriéndose a los dos elementos que caracterizan “la novedad de la enseñanza de Juan Pablo II sobre el amor humano”, el Santo Padre afirmó que el primero de ellos es que “el matrimonio y la familia están enraizados en el núcleo más íntimo de la verdad sobre el ser humano y sobre su destino”.
El segundo elemento es “que en Cristo, plenitud de la revelación de amor del Padre, se manifiesta también la verdad plena de la vocación al amor del ser humano, que sólo se realiza plenamente en el don sincero de sí”.
Benedicto XVI recordó que en su encíclica “Deus caritas est” ha puesto de relieve que “la relación estrecha entre la imagen de Dios Amor y el amor humano nos permite entender que “a la imagen del Dios monoteísta corresponde el matrimonio monógamo. El matrimonio basado en un amor exclusivo y definitivo se convierte en el ícono de la relación de Dios con su pueblo y, viceversa, el modo de amar de Dios se convierte en la medida del amor humano”.
Tras hacer hincapié en que ésta es una idea sobre la que todavía hay mucho que profundizar, el Papa señaló que la tarea del Instituto es “iluminar la verdad del amor como camino de plenitud en toda forma de existencia humana”. “El auténtico amor se transforma en una luz que guía toda la vida hacia su plenitud, generando una sociedad habitable para el ser humano. La comunión de vida y de amor que es el matrimonio, se configura así como un auténtico bien para la sociedad”, agregó.