En una reciente homilía, Mons. Luis T. Stöckler, Obispo de Quilmes, destacó que "los experimentos que se hicieron a escondidas en los campos de concentración nazis, en nombre de la pretendida raza aria, se practican hoy abiertamente en nombre de la ciencia y con la anuencia de los parlamentos".
Al referirse al valor de la vida humana desde la concepción, el Prelado resaltó la herencia que la fe judeo-cristiana transmitió a la humanidad, porque "no hay otra religión que dé tanto valor a cada persona".
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Mons. Stockler enfatizó que "no somos una suma de moléculas organizadas que se desintegran con la muerte para sumarse a la energía universal y reciclar el metabolismo de la naturaleza" y resaltó que "la dignidad de la persona humana radica en que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios y es por eso que la vida humana es inviolable".
"Esa es la razón, por qué la Iglesia es tan inflexible cuando se trata de defender la vida humana. No es testarudez, sino la consecuencia de nuestra fe", subrayó.
"Quien en nombre de Jesucristo -prosiguió- cree en el Padre Creador, no se pone en su lugar para intervenir o fabricar vida humana según su propio parecer. Hoy la ingeniería genética se atreve a manipular la vida humana y a juzgarla como no deseable en el estado prenatal para eliminarla".