El Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Mons. Elio Sgreccia, salió al paso de las desconcertantes declaraciones del Cardenal Carlo María Martini (79) publicadas el viernes por el semanario “L’Espresso” y destacó que la Iglesia Católica no ha cambiado su postura respecto de los temas fundamentales como el derecho a la vida desde la concepción hasta su fin natural.
En una conversación con ACI Prensa, el Prelado prefirió no referirse directamente a las declaraciones del Cardenal Martíni, emérito de la arquidiócesis de Milán (Italia), y señaló que “en el Vaticano no consideramos necesario hacer polémica de un hecho que no lo amerita”.
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Haciendo referencia a una entrevista suya publicada el sábado por el diario “Corriere della Sera”, Mons. Sgreccia afirmó que “el ovocito, es decir, la unión del cromosoma femenino y el cromosoma masculino, contiene dentro de sí dos pro núcleos, y es un óvulo fecundado, en el cual el proceso de fecundación ya se ha iniciado y está orientado. Los dos pro núcleos influencian enérgicamente el citoplasma del óvulo que los ha acogido y activan dinámicamente un conjunto coordinado y finalizado de procesos que dan lugar a un individuo o dos individuos gemelos”.
“Este inicio –continuó el Prelado, contradiciendo las afirmaciones del Cardenal Martini– que se realiza dentro del óvulo fecundado es precisamente un inicio de vida individual y da lugar a un proceso irreversible hacia el desarrollo sucesivo, conteniendo ya el patrimonio individualizante”.
Mons. Sgreccia habló también sobre la fertilización artificial o “in vitro” haciendo notar que “en la procreación-fecundación artificial falta la dimensión unitiva de los esposos, expresada a través del don de sí en el acto conyugal. Esta dimensión antropológica ha sido considerada esencial para la legitimidad del acto procreativo desde las enseñanzas de Pío XII sobre la inseminación y sucesivamente con Pablo VI y Juan Pablo II”.
Sobre el uso del preservativo, incluso en el caso de evitar el contagio de SIDA, sostuvo que “recordemos que científicamente no garantiza una protección completa” y por tanto “el modo más eficaz para la prevención está en el recto uso de la sexualidad, que es la castidad y la fidelidad”.