Numerosos católicos cubanos participaron este Viernes Santo en el Via Crucis, organizado en las calles del centro histórico de La Habana, así como en otras ciudades de la isla, donde se realizaron una veintena de procesiones.
Con autorización de las autoridades correspondientes, la procesión del Via Crucis partió del Convento de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida y culiminó en la Iglesia del Cristo del Buen Viaje.
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El Arzobispo de La Habana, Cardenal Jaime Ortega y Alamino, recordó que "celebramos a aquel que vino a dar la batalla por el amor, por el bien y la justicia" y destacó que "todas las cruces de nuestra vida encuentran en la cruz de Jesús una respuesta".
Las imágenes de la Virgen María Dolorosa, Jesús Nazareno y una enorme cruz de madera recorrieron las calles sobre los hombros de los costaleros, mientras cientos de fieles y penitentes entonaban cánticos y rezaban.
Dos religiosos describían cada una de las 14 estaciones ante la mirada de los vecinos que observaban la procesión desde los balcones o las puertas de sus viviendas. El Via Crucis terminó con una homilía del Cardenal, en la entrada de la Iglesia del Cristo del Buen Viaje.
También en las parroquias, iglesias y catedrales de las diócesis de La Habana, Santa Clara y Cienfuegos, Bayamo, Camagüey y Holguín se realizaron una veintena de procesiones.
Holguín es la diócesis que mayor número de procesiones programó para el Viernes Santo, dos de ellas en la propia ciudad, y el resto, en Banes, Cueto, Mayarí, Antilla, Gibara, Floro Pérez, Fray Benito, Rafael Freyre y Velazco.
Las procesiones religiosas fueron autorizadas por el Gobierno cubano en 1998, por primera vez después de casi cuarenta años, tras la histórica visita del fallecido Papa Juan Pablo II.