Ante unos 150 mil fieles reunidos hoy por la mañana en la Plaza de San Pedro para la celebración del Domingo de Resurrección, el Papa Benedicto XVI pidió paz, consuelo y seguridad por los países de África, Irak, Tierra Santa, América Latina y por la actual crisis nuclear durante su mensaje por Pascua.
Después de profundizar en la centralidad del misterio de la resurrección de Cristo y sus consecuencias para el ser humano, el Santo Padre pidió particularmente para que “el Espíritu del Resucitado lleve consuelo y seguridad en África a las poblaciones del Dafúr, de la región de los Grandes Lagos, a los muchos pueblos del África que anhelan la reconciliación, la justicia y el desarrollo”.
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"Que en Irak prevalezca finalmente la paz sobre la trágica violencia, que continúa causando víctimas despiadadamente", señaló el Obispo de Roma en su mensaje pascual antes de la bendición "Urbi et Orbi".
“Paz –continuó– deseo vivamente también para aquellos que han sido involucrados en el conflicto en Tierra Santa, invitando a todos a un diálogo paciente y perseverante que remueva los obstáculos antiguos y nuevos, evitando las tentaciones de las represalias y educando a las nuevas generaciones a un respeto recíproco”.
Más adelente, el Papa se dirigió a la comunidad internacional para que “reafirme el justo derecho de Israel a existir en paz, ayude al pueblo palestino a superar las precarias condiciones en las que vive y a construir su futuro, caminando hacia la constitución de un verdadero y propio Estado”.
América Latina: Secuestros y democracia
Asimismo, Benedicto XVI pidió para que “el Espíritu del Resucitado suscite un renovado dinamismo en el compromiso de los países de América Latina, para que sean mejoradas las condiciones de vida de millones de ciudadanos, extirpada la plaga de secuestros de personas y consolidadas las instituciones democráticas, en espíritu de concordia y de activa solidaridad”.
Finalmente, y sin mencionar expresamente a Irán, el Pontífice pidió por la crisis nuclear internacional, para que “se llegue a una salida honrosa para todos mediante negociaciones serias y leales, y se refuercen en los responsables de las Naciones y de las Organizaciones Internacionales la voluntad de realizar una pacífica convivencia entre etnias, culturas y religiones, que alejen la amenaza del terrorismo”.