A un año de la partida de Juan Pablo II y casi el mismo tiempo del inicio del pontificado de Benedicto XVI, el destacado vaticanista Sandro Magister, ofrece una evaluación de ambos papados en la que destaca las semejanzas y diferencias de estilos entre ambos pontífices.
En una entrevista concedida al diario español El Correo, Magister hace un breve balance del primer año de pontificado de Benedicto XVI afirmando que “ha inaugurado un estilo muy particular, sustancialmente basado en la palabra”. Sobre el particular, el experto en asuntos vaticanos opina que el actual Papa “hace un papel de moderno doctor de la Iglesia, que enseña lo que cree el elemento central a defender y valorar: la verdad cristiana”.
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Según Magister, la respuesta a este nuevo estilo viene siendo “inesperada, superior a las expectativas”. El también periodista italiano indica como muestra, el hecho de que en San Pedro “hay una afluencia muy alta, superior a las de Juan Pablo II, el doble o el triple. Y lo que es más importante, las personas que le escuchan prestan una gran atención a lo que dice. Es un Papa que habla y es verdaderamente escuchado, una diferencia de cierto relieve respecto a Juan Pablo II, que era más visto que escuchado. Atrae la atención y en cualquier caso causa respeto por su seriedad y profundidad”.
Preguntado sobre los cambios en el gobierno central de la Iglesia, el teólogo e historiador señala que “han sido pocos y medidos, pero ya han marcado un rumbo que seguirá en los próximos meses”.
“El nombramiento de su sucesor en Doctrina de la Fe, William J. Levada, indica que esta congregación vuelve a ser el instituto central de la Curia, bajo el directo control del Papa. Levada no tiene un papel protagonista, sino de ejecutor de órdenes. Esto le devuelve la función que tenía en el pasado, antes de que con Pablo VI la Secretaría de Estado se convirtiera en el eje central de la Curia. Por eso veo un futuro de pérdida de peso para la Secretaría de Estado”, precisa el vaticanista.
Otro caso referido al respecto por Magister, es el de los cambios en otros dos dicasterios: “en la Congregación para el Culto Divino, que trata temas muy queridos para el Papa como la liturgia, ha nombrado a un total desconocido, un obispo de Sri Lanka muy cercano a él, y ha relevado a Fitzgerald como Presidente del Consejo para el Diálogo Interreligioso, por su diferente visión, sobre todo de las relaciones con el Islam”.
Durante la entrevista, la disposición al diálogo y el debate del actual Pontífice no quedó al margen. Al respecto, Magister afirma que “es un Papa muy disponible a encontrar a las personas y a discutir con ellas seriamente”, explicando que “el número de personas que encuentra a diario es menor que Juan Pablo II, pero esos encuentros duran más y son más ricos”. Nota el vaticanista que Benedicto XVI “habla y discute con muchas personas, en las audiencias, en el sínodo, con los obispos. Pero después, las decisiones las toma personalmente, en solitario, y por eso casi siempre llegan por sorpresa”.
Continuidad y complementariedad
Al ser solicitada su opinión acerca del pontificado de Juan Pablo II a un año de distancia, Magister señala que éste “fue en ocasiones genial en lanzar grandes perspectivas, ha escrito grandes títulos. Benedicto XVI, en cambio, escribe la novela bajo el título. Pero hay un elemento de continuidad: Juan Pablo II volvió a colocar a la Iglesia en el centro de la vida pública y Benedicto XVI, sobre esta base de gran visibilidad, quiere construir una capacidad de la Iglesia de comunicarse con el mundo”.
Sobre las relaciones de Benedicto XVI “con otras confesiones y con los grupos internos de la Iglesia”, el vaticanista del semanario italiano L'Espresso interpreta que “continúa el diálogo abierto por Juan Pablo II, pero de forma mucho más selectiva. Aprecia en cada movimiento lo positivo, pero no tiene problemas en llamarles a una nueva disciplina. Lo ha hecho con los neocatecumenales”.
“Con los otros cristianos el Papa quiere subrayar no tanto las cosas que les unen como las que les separan, destacando lo característico del catolicismo romano. No se propone encontrar puntos en común, dejando entre paréntesis las divisiones, sino que quiere ir al corazón de las divisiones para ver desde ahí el camino a recorrer”, asegura Magister.
religiones tampoco quiere un Dios único para todos