Miles de fieles se reunieron el domingo por la noche en la Plaza de San Pedro para recordar al Siervo de Dios Juan Pablo II. Todos los presentes rezaron un rosario junto con el Papa Benedicto XVI quien recordó al difunto Pontífice como alguien que vivió plenamente fiel a Dios y con una dedicación total a su misión de Pastor.
Tratando de resumir “la vida y testimonio evangélico” de Juan Pablo II, el Santo Padre dijo que podrían ser utilizadas dos palabras: “fidelidad y dedicación, fidelidad total a Dios y dedicación sin reservas a la propia misión de Pastor de la Iglesia Universal”.
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Seguidamente el Pontífice hizo referencia a la larga enfermedad de su predecesor afirmando que fue “afrontada con valor” logrando así que todos estén “más atentos al dolor humano, a todo dolor físico y espiritual”.
“Ha dado al sufrimiento dignidad y valor –continúo– testimoniando que el hombre no vale por su eficiencia, por aquello que parece, sino por sí mismo, porque es creado y amado por Dios”.
Asimismo dijo que “con las palabras y los gestos el querido Juan Pablo II no se ha cansado de indicar al mundo que si el hombre se deja abrazar por Cristo, no mortifica la riqueza de su humanidad; si se adhiere a Él con todo el corazón, no le falta nada. Al contrario, el encuentro con Cristo hace nuestra vida más apasionante”.
Al terminar sus palabras el Papa Benedicto XVI invitó a los presentes a “acoger nuevamente la herencia espiritual que él nos ha dejado; a vivir buscando incansablemente la Verdad que colma nuestro corazón. Estamos llamados a no tener miedo de seguir a Cristo, para llevar a todos el anuncio del Evangelio”.