Al dirigirse este sábado a los participantes del encuentro sobre la contribución de las universidades europeas, auspiciado por el Pontificio Consejo para la Educación Católica, el Papa Benedicto XVI pidió a las universidades contribuir a recuperar el alma cristiana de Europa.
El Pontífice recordó que “ha sido constante, en efecto, la preocupación de la Iglesia hacia los centros de Estudio y las universidades de Europa, que con 'el servicio del pensamiento' han transmitido y siguen transmitiendo a las jóvenes generaciones un particular patrimonio cultural, enriquecido por dos milenios de experiencia humanística y cristiana”.
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El Santo Padre recordó luego la influencia decisiva de la Iglesia en la cultura desde los inicios del monacato hasta la fundación de las primeras universidades como iniciativa de la Iglesia, que "se desarrollaron rápidamente y jugaron un papel importante en la consolidación de Europa y en la formación de su patrimonio cultural"
El Papa recordó luego que las universidades, inspiradas y fundadas por la Iglesia, tuvieron la convicción de que existe una unidad profunda entre la verdad y el bien, entre los ojos de la mente y los del corazón: 'Ubi amor, ibi oculos' (donde está el amor, están los ojos)".
Volviendo la mirada al presente, Benedicto XVI señaló algunos de los desafíos culturales que enfrenta Europa: "La cuestión fundamental hoy, como ayer, sigue siendo antropológica. ¿Qué es el hombre? ¿De dónde viene? ¿Dónde debe ir? ¿Cómo debe ir? Se trata por tanto de clarificar cuál es la concepción del hombre que se encuentra en la base de los nuevos proyectos".
"Y precisamente –continuó el Santo Padre– ustedes se preguntan al servicio de qué hombre, de qué imagen del hombre, busca estar la universidad: ¿De un individuo encerrado en la defensa solamente de sus intereses, de una sola perspectiva de intereses, una perspectiva materialista, o de una persona abierta a la solidaridad con los otros, en la búsqueda del verdadero sentido de la existencia que debe ser un sentido común, que trasciende a la persona?"
Luego, al referirse al impacto que los avances tecnológicos han tenido últimamente, el Pontífice señaló que "es necesario decir con fuerza que el ser humano no puede y no debe ser sacrificado a los éxitos de la ciencia y de la técnica: esta es la razón por la que aparece tan urgente la así llamada cuestión antropológica, que para nosotros, herederos de la tradición humanística fundada sobre los valores cristianos, es enfrentada a la luz de los principios inspiradores de nuestra civilización, que han encontrado en las universidades europeas auténticos laboratorios de búsqueda y de profundización".
El Santo Padre recalcó luego que "el hombre no se puede comprender a sí mismo de manera plena si prescinde de Dios. Esa es la razón por la cual no puede dejarse de lado la dimensión religiosa de la existencia humana en el momento en que se pone en marcha la construcción de la Europa del Tercer Milenio".
"Surge aquí –dijo finalmente el Pontífice– el papel particular de las universidades como universo científico, y no solo como conjunto de diversas especializaciones".
ayudar a Europa a conservar y redescubrir su 'alma' aquellas raíces cristianas