Después de haber visto este jueves por la tarde en el Aula Pablo VI la película “Karol, un Papa que siguió siendo hombre”, Benedicto XVI comentó algunos rasgos de la vida de Juan Pablo II destacando que se trata de la “figura de un profeta incansable de esperanza y de paz que recorrió los senderos del globo para comunicar el Evangelio a todos”.
La película "Karol, un Papa rimasto uomo", del director italiano Giacomo Battiato, es el segundo episodio del filme "Karol, el hombre que llegó a ser Papa", que Benedicto XVI vio el pasado mes de mayo, poco después de la muerte de Juan Pablo II.
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Finalizada esta segunda entrega destinada a la televisión y protagonizada por el actor Piotr Adamczyk, que hace el papel de Juan Pablo II, el Santo Padre agradeció a los realizadores de la obra por su "sapiente maestría a la hora de representar los momentos centrales de mi venerado predecesor".
"Con esta segunda parte –dijo el Papa al comentar la película–, concluye la narración de la vivencia terrenal del amado Pontífice. Hemos vuelto a escuchar el llamamiento inicial de su pontificado que tantas veces resonó en el curso de los años: "¡Abrid las puertas a Cristo!, ¡No tengáis miedo!". Las imágenes nos han mostrado un Papa inmerso en el contacto con Dios y por eso siempre sensible a las esperanzas del ser humano”.
Al respecto, Benedicto XVI señaló que “la película nos ha hecho pensar de nuevo en sus viajes apostólicos en todos los rincones del mundo, hemos podido revivir sus encuentros con tantas personas, con los grandes personajes de la tierra y con simples ciudadanos, con personas ilustres y desconocidas. Entre todos merece una mención especial el abrazo con la Madre Teresa de Calcuta, ligada a Juan Pablo II por una sintonía espiritual íntima". "Petrificados, como si estuviéramos presentes –continuó el Pontífice–, hemos escuchado otra vez los disparos del trágico atentado en la Plaza de San Pedro del 13 de mayo de 1981".
"De todo ello surge la figura de un profeta incansable de esperanza y de paz que recorrió los senderos del globo para comunicar el Evangelio a todos. Han vuelto a nuestra mente sus palabras vibrantes para condenar la opresión de los regímenes totalitarios, la violencia homicida y la guerra, palabras llenas de consuelo y esperanza para manifestar cercanía a los familiares de las víctimas de conflictos y atentados dramáticos, como el de las Torres Gemelas de Nueva York, palabras de coraje y denuncia de la sociedad consumista y la cultura hedonista, que pretende construir un bienestar puramente material que no puede satisfacer los deseos profundos del corazón humano", finalizó Benedicto XVI.