Ante la tensión generada en el Ecuador a raíz de la firma del Tratado de Libre Comercio, los Obispos del Ecuador publicaron este viernes un comunicado urgente llamando al Gobierno a propiciar un mayor diálogo nacional antes de proceder a su firma
“Gran parte de las dificultades suscitadas frente al TLC”, señalan los obispos, “tienen su origen en la falta de información oportuna y adecuada sobre un asunto que toca de cerca la vida de todos los ecuatorianos. Hemos de ver con claridad qué ventajas y desventajas trae consigo el TLC, quiénes son los favorecidos y quiénes los perjudicados, y en qué medida”.
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Los obispos indican que “es indispensable que se expliquen las consecuencias tanto de la firma del TLC como de la no firma del Tratado. Entendemos que se han hecho estudios; pero no han sido suficientemente conocidos ni discutidos por la opinión pública ecuatoriana, como para poder establecer una especie de balance entre costos y beneficios de la posible firma del Tratado o de una posible no firma”.
El comunicado advierte que “la falta de información y la forma en que se han realizado las negociaciones han creado un ambiente de sospecha y temor”.
“Sugerimos –dicen los obispos del Ecuador– que el Gobierno Nacional consulte al pueblo antes de que el próximo Congreso ratifique o niegue el TLC. Y que agote todos los esfuerzos por conseguir el máximo de beneficios y el mínimo de perjuicios; y que se prevea la forma de subsidiar a quienes resultaren más perjudicados, pues, aunque esto no sea una solución permanente, aliviará en algo a los afectados”.
“Pedimos a todos los ecuatorianos, en especial a nuestros indígenas, deponer la violencia y aceptar el diálogo en las mesas propuestas por el Gobierno”, afirma también el mensaje episcopal.
“Somos conscientes de que el TLC representa y exige fuertes cambios en la economía del pueblo. Nuestros hermanos emigrantes y los que trabajamos aquí hemos demostrado el gran potencial de trabajo de los ecuatorianos. Confiemos en esta capacidad creativa y confiemos en la Providencia Divina, que jamás abandona a quienes ponen su confianza en el Padre Dios”, concluyen los obispos.