El principal jerarca de la Iglesia Católica en Nazaret, el Arzobispo Elias Shakur, lamentó el atentado perpetrado este viernes en la Basílica de la Anunciación de esa ciudad y pidió una mejor protección para los cristianos y sus recintos sagrados.
"Es una gran tragedia para todos nosotros en Israel, y para los cristianos, el que nuestros lugares más sagrados sean dañados y usados en actos de barbarie", dijo este sábado el Arzobispo de Akkra para la Iglesia Greco-Católica Melquita.
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Asimismo, el Prelado pidió una mejor protección para los cristianos y sus recintos sagrados, después que este viernes por la noche una pareja israelí y su hija provocaron una serie de pequeñas detonaciones en la Basílica que en ese momento se encontraba con gran cantidad de feligreses. El ataque causó pequeños daños en el templo y algunos heridos a consecuencia de la estampida producida entre los presentes.
Según la prensa internacional, el Arzobispo consideró que aunque los atacantes eran solo extremistas solitarios, la respuesta israelí "no es suficiente".
La policía dijo que el sujeto involucrado en el ataque, Haim Eliyahu Habibi, tenía problemas económicos, y al parecer no es un extremista judío. Habibi, su esposa cristiana Violet y su hija de 20 años fueron atendidos en un hospital, antes de ser detenidos, la madrugada del sábado.
Posteriormente, dirigentes cristianos organizaron el sábado una manifestación a través de las calles de Nazaret para protestar contra el ataque. En la marcha, que transcurrió sin incidentes desde la Fuente de la Virgen María –donde el arcángel Gabriel le anunció el nacimiento de Jesús– hasta la Basílica, participaron más de tres mil personas, según la policía, y estuvo encabezada por autoridades eclesiásticas, del Comité Superior Árabe y diputados en el Parlamento israelí.
Al concluir la marcha, el Patriarca de Jerusalén y máxima autoridad de la Iglesia Católica en Tierra Santa, Mons. Michel Sabbah, declaró que “el futuro de la existencia del Estado de Israel depende de las relaciones entre las comunidades (árabe y judía) del país, y sus autoridades deben preocuparse de que puedan convivir en paz”.