El Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Cardenal Stephen Fumio Hamao y el Secretario del mismo, el Arzobispo Agostino Marchetto, presentaron hoy en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el documento "Orientaciones para la pastoral de los gitanos" elaborado por este dicasterio.
En la presentación, el Purpurado japonés explicó que el origen de la pastoral específica para los gitanos se remonta a la primera mitad del siglo XX, gracias a la iniciativa de algunos sacerdotes en Francia, Alemania, España e Italia; y que la Santa Sede reconoció como misión especial en 1965 tras la primera peregrinación histórica de los gitanos a Roma.
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“Se creó entonces el Secretariado Internacional del Apostolado para los Nómadas que más tarde se integró en la Pontificia Comisión para la Pastoral de los Emigrantes y el Turismo instituida en 1970 por Pablo VI”, añadió.
Más adelante, el Purpurado constató las numerosas señales de evolución positiva en el mundo gitano como "el deseo creciente de instrucción y formación, la sensibilización social y política que desemboca en la creación de asociaciones y partidos" o la incipiente participación en la administración nacional, y la presencia de mujeres en la vida civil. También recordó la nutrida asistencia de la comunidad a la beatificación en 1997 del primer beato gitano, el español Ceferino Jiménez Malla.
Si la condición de los gitanos, siempre en marcha, es de alguna manera la de todo individuo, su derecho a la identidad se enfrenta con la "indiferencia o la oposición " de muchos que "comparten diversos prejuicios sobre ellos, mientras, tampoco faltan señales de rechazo, que a menudo no suscitan ni la reacción ni la protesta de los testigos".
"En el curso de la historia todo ello ha causado sufrimientos indecibles, con persecuciones que llegaron al culmen en el siglo pasado" y afirmó que "también la Iglesia está llamada a reconocer el derecho de los gitanos a tener una identidad propia, llamando a las conciencias, para conseguir más justicia para ellos".
“Estas Orientaciones son la señal de que la Iglesia tiene una preocupación específica por los gitanos" que "son objeto de una actitud pastoral especial en homenaje a su cultura. Efectivamente, la Iglesia acoge a todos y en ella no hay cabida para la marginación o la exclusión", concluyó el Cardenal.
No legitimar indiscriminadamente toda su cultura
Por su parte, el Arzobispo Marchetto dijo que "por la naturaleza particular de la cultura gitana, la simple ‘evangelización’ desde fuera no es eficaz", si bien "una encarnación genuina del Evangelio no puede legitimar indiscriminadamente todos los aspectos de su cultura".
“La historia universal de la evangelización -dijo- atestigua que la difusión del mensaje cristiano ha ido siempre acompañada de un proceso de purificación de culturas" que " no significa pérdida". "Es necesaria una determinada integración con la cultura circunstante: se trata de un proceso intercultural. La reconciliación y la unión entre gitanos y ‘payos’ (no gitanos) llevan aparejadas la interacción legítima de las culturas.
Asimismo, el Arzobispo señaló que la evangelización "era misión de toda la Iglesia porque ningún cristiano debe permanecer indiferente frente a situaciones de marginación en la comunión eclesial" y pidió valorar la oportunidad de "traducir la Biblia, los textos litúrgicos y los libros de oración en la lengua usada de los diversos grupos étnicos".
Podrá consultar el documento completo en los próximos días aquí