El Arzobispo emérito de Bologna, Cardenal Giacomo Biffi, afirmó que evangelizar es “dar a conocer a todos al Señor Jesús, el único Salvador de los hombres” en su comentario sobre la intención misionera del Santo Padre para el mes de marzo: “Para que crezca en toda la Iglesia esa conciencia misionera, común a todos, capaz de fomentar la colaboración y el intercambio entre los agentes misioneros”.
Según informa la agencia vaticana Fides, el Arzobispo emérito de Bologna indicó que “toda comunidad cristiana se legitima en el momento en que siente también cargar sobre sí la incumbencia, la responsabilidad, el impulso apostólico que braman y en el corazón de la única Esposa del Señor; y cada comunidad cristiana, en la medida de sus posibilidades, busca –debe buscar– corresponder a tales ineludibles apremios”.
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“Esto vale –prosiguió el Cardenal Biffi– con particular urgencia en el mandato de evangelizar, en la acepción más intensa del término. Se trata de dar a conocer a todos al Señor Jesús, el único Salvador de los hombres y el único que puede dar sentido a nuestra existencia; se trata de hacer llegar a toda criatura la luz, la gracia, la suerte de la regeneración bautismal; se trata de instalar en todos los rincones del universo el ‘Reino’, es decir la Santa Iglesia Católica según el concepto que nos enseña el Concilio Vaticano II: ‘La Iglesia es el Reino de Cristo ya presente sacramentalmente en el mundo’”.
“Que luego Dios (estamos bien persuadidos de ello), no dejará que se pierdan todos los que sin culpa no hayan recibido el ‘anuncio’ esto es ya cosa suya, y Él no dejará de realizar en ellos su voluntad salvadora universal. Pero nuestra tarea permanece intacta e inderogable: es la tarea de ‘anunciar’; y ‘¡ay de nosotros si no predicamos el Evangelio!’”, añadió.
Para el Purpurado, “cada núcleo de creyentes –más aún, cada cristiano que ama a nuestro Señor Jesucristo– está llamado a cultivar esta ansiedad misionera, intentando y volviendo a intentar realizarla lo mejor que se pueda: con el interés, con todo tipo de ayuda concreta, con la contribución del propio tiempo y la propia obra, y, si el Padre del cielo lo quiere, con la dedicación de la vida”.
Finalmente, el Arzobispo emérito de Bologna destacó que “la generosidad de nuestras comunidades luego, si es perseverante y sistemática, no se quedará sólo en una donación con un único sentido: fácilmente y felizmente dará origen a un ‘intercambio’: de los territorios de misión, alcanzados por nuestra caridad fraterna, llegarán a las cristiandades de antigua fecha, a menudo entumecidas y casi exangües, las ayudas de una fe joven y fresca y una cultura rica en tantos valores humanos, que pudieran haber padecido algún desgaste y algunos eclipses de nosotros”.