El más alto Tribunal Administrativo de Italia decidió que los crucifijos permanecerán en las escuelas del país porque son “un símbolo idóneo para expresar el elevado fundamento de los valores civiles", precisamente “los valores que delinean la laicidad en el ordenamiento del Estado”.
De este modo, el Consejo de Estado respondió a un recurso interpuesto por una ciudadana finlandesa que había reclamado que se retirara los crucifijos de las aulas del colegio de Padua al que acuden sus hijos.
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El crucifijo es un “símbolo idóneo para expresar el elevado fundamento de los valores civiles (tolerancia, respeto recíproco, valoración de las personas, afirmación de sus derechos), que tienen un origen religioso, pero que son valores que delinean la laicidad del Estado", señala el Consejo confirmando la sentencia del Tribunal Administrativo Regional del Véneto.
Según el Consejo, “el crucifijo desempeñará, incluso en un panorama laico, una función simbólica altamente educativa, al margen de la religión profesada por los alumnos" y aporta unos valores que "han impregnado las tradiciones, modo de vivir y la cultura del pueblo italiano y que se encuentran en la Constitución", sentencia el Consejo de Estado.
Al sustentar su dictamen, el Consejo indica que el laicismo “no se realiza en términos constantes y uniformes en los distintos países, sino que es relativo a la organización institucional específica de cada Estado”.
En su sentencia los miembros del Consejo dicen que “evidente” que el crucifijo puede tener diversos significados según el lugar en el que esté expuesto, y reconoce que en un sitio como el colegio, "destinado a la educación de los jóvenes, el crucifijo puede tener para los creyentes valor religioso”.
Sin embargo, continúa el documento, “tanto para creyentes como para los no creyentes su exposición estará justificada y asumirá un significado no discriminatorio desde el punto de vista religioso si es capaz de representar de forma sintética e inmediatamente perceptible valores civilmente relevantes”. Se trata de los valores que “subyacen e inspiran nuestro orden constitucional, fundamento de nuestra convivencia civil”, agregan los jueces.