En un artículo divulgado por la agencia católica AICA, el Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, cuestionó las estadísticas divulgadas por el Ministro de Salud, Ginés González García, según las cuales en Argentina se practicarían 800 mil abortos clandestinos al año.
Mons. Aguer escribió el texto titulado “Verdades, medias verdades, mentiras” en el que se pregunta “¿cómo se hace para contabilizar más de dos mil operaciones clandestinas por día? Si se trata de un cálculo estimativo, sería bueno saber cuáles son sus fundamentos. ¿Acaso las denuncias de estas acciones ilegales?”
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El Arzobispo recordó la célebre historia del doctor Bernard Nathanson, “que fue director de la clínica de 'salud sexual' más grande del mundo, donde practicó personalmente unos 5000 abortos. Aplicado luego al estudio científico del feto en el interior del útero materno reconoció que el fruto de la concepción es desde el primer instante un ser humano y se convirtió en un testigo calificado contra el movimiento abortista”.
Nathanson reveló que en 1968 los abortistas sostenían “que en los Estados Unidos se practicaban un millón de abortos clandestinos, cuando sabíamos que éstos no sobrepasaban los diez mil; pero esta cifra no nos servía y por eso la multiplicamos para llamar la atención. También repetíamos constantemente que las muertes por abortos clandestinos se aproximaban a las diez mil, cuando sabíamos que eran doscientas, nada más, pero esta cifra resultaba demasiado pequeña para la propaganda. Esta táctica del engaño y de la gran mentira, si se repite mucho, acaba por ser aceptada como verdad".
El Arzobispo explicó que “al presentar este antecedente no pretendo juzgar intenciones, pero sí recordar que existe una campaña internacional protagonizada por numerosas organizaciones, políticos de todos los niveles y medios eficaces de comunicación; constituyen una red dotada de recursos abundantes como para envolver a la opinión mundial”.
Falacias
Mons. Aguer advirtió que para contrarrestar las sospechosas cifras, se ha implementado un programa oficial de salud reproductiva que “bajo el eufemismo de ‘educación sexual’ llega a adolescentes y jóvenes con información parcializada y reparto de anticonceptivos y preservativos, difunde una doble falacia”.
“La primera: no se informa acerca del carácter potencialmente antiimplantatorio, es decir abortivo, de los anticonceptivos hormonales (la droga levonorgestrel y otras semejantes) y del dispositivo intrauterino (D.I.U.) El propósito de impedir la concepción queda reforzado por la posibilidad de evitar que el ser humano ya concebido encuentre en el endometrio materno el nido que necesita para comenzar su desarrollo”, indicó.
Para el Prelado, “la segunda falacia está implícita en el alegre reparto de condones y en la promoción de su empleo, con lo que se procura inculcar la práctica del ‘sexo seguro’. Habría que advertir, por lo menos, que tan seguro no es”.
“Fuentes insospechables afirman que el preservativo no otorga una protección absoluta contra el embarazo no deseado y la transmisión de los virus del SIDA y del papiloma humano y de las otras enfermedades que se contraen por la actividad sexual desordenada”, recordó.
infundir una sensación de seguridad ficticia