El gobierno británico parece decidido a llenar el vacío que dejó Estados Unidos en el financiamiento a las transnacionales abortistas. Esta semana se anunció que donará cinco millones de dólares a la International Planned Parenthood Federation (IPPF), dueña de la cadena de clínicas abortistas más grande del mundo, para que abra centros en los países pobres.
Según informó la BBC, el “gesto” del gobierno británico quiere “persuadir a otros países” para que apoyen la causa del aborto con el pretexto de “prevenir miles de muertes de mujeres en el mundo en desarrollo”.
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La IPPF asegura que luego que Estados Unidos condicionara desde el año 2001 sus fondos a la no promoción del aborto fuera de sus fronteras, ha debido clausurar “docenas de clínicas en todo el mundo”.
La BBC cita a Carmen Barroso, Directora Regional para América Latina y el Caribe de la IPPF, quien asegura que con la ayuda británica “se podrá establecer el Programa Global de Abortos Seguros (PGAS)”.
Aunque Barroso no anticipa el proceder de la IPPF en los países donde el aborto es ilegal, la nota de la BBC sostiene que para esta organización “la única forma de reducir el impacto de los abortos inseguros y clandestinos es ofrecer también a las mujeres acceso universal a los servicios de salud reproductiva y planificación familiar. Los especialistas señalan que como los embarazos no deseados seguirán ocurriendo, lo mejor es cambiar las leyes y hacerlas más reales para que haya un acceso universal a servicios de aborto legales y seguros en todo el mundo”.