Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para el rezo del tradicional Ángelus dominical, el Papa Benedicto XVI hizo un llamado a respetar y promover cada vida humana y destacó la importancia de un amor profundo por cada persona para que la acción caritativa sea eficiente y llegue a todos.
Recordando la celebración, en Italia, de la Jornada por la Vida, el Santo Padre la definió como “una preciosa ocasión de oración y de reflexión sobre los temas de la defensa y promoción de la vida humana, especialmente cuando se encuentra en condiciones de dificultad”.
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Seguidamente, el Pontífice recordó al Siervo de Dios Juan Pablo II, concretamente la Encíclica Evangelium Vitae, afirmando que “la vida humana es un valor primario por reconocer, y el Evangelio invita a respetarla siempre”.
Asimismo, el Papa se refirió a su primera Encíclica, "Deus Caritas Est", destacando “la importancia del servicio de la caridad para el sostén y la promoción de la vida humana”.
Sobre el particular, Su Santidad agregó que “antes de las iniciativas operativas, es fundamental promover una justa aproximación hacia el otro: la cultura de la vida está basada en la atención a los otros, sin exclusiones o discriminaciones”.
“Cada vida humana -continuó- merece y exige ser siempre defendida y promovida. Sabemos bien que esta verdad corre el riesgo de ser frecuentemente contradicha por el hedonismo difuso en las llamadas sociedades del bienestar: la vida es exaltada hasta cuando es placentera, pero se tiende a no respetarla más cuando es enferma”.
Agregó que “partiendo del amor profundo por cada persona, es posible realizar formas eficaces de servicio a la vida: a aquella naciente como a aquella signada por la marginalidad o por el sufrimiento, especialmente en su fase terminal”.
Terminando sus palabras iniciales, el Santo Padre puso como modelo a María, quien “ha acogido con amor perfecto al Verbo de la vida, Jesucristo, quien vino al mundo para que los hombres ‘tengan vida en abundancia’”.
Terminados los saludos en diversas lenguas el Pontífice entonó el Pater noster e impartió su Bendición Apostólica.