En la audiencia general de los miércoles, ante más de siete mil fieles llegados de todas partes del mundo al Aula Pablo VI, el Papa Benedicto XVI recordó que el reino que está llamado a instaurar el hombre es un reino de piedad, de ternura, de bondad, de gracia, de justicia.
Al iniciar su catequesis el Santo Padre afirmó que el Salmo 144 es “una gozosa alabanza al Señor que es exaltado como un soberano amoroso y tierno, preocupado por todas sus criaturas” y que su “centro espiritual está constituido por una celebración intensa y apasionada de la realeza divina”.
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Profundizando en la simbología real, Su Santidad hizo notar que ésta “será central también en la predicación de Cristo, es expresión del proyecto de salvación de Dios: Él no es indiferente a la historia humana, sino que tiene el deseo de actuar un designio de armonía y de paz”.
Sobre el cumplimiento del designio divino recordó que “es convocada también la entera humanidad, para que adhiera a la voluntad salvadora divina, una voluntad que se extiende a todos los hombres, a cada generación y por todos los siglos. Una acción universal que arranca el mal del mundo y pone la gloria del Señor, es decir, su presencia personal eficaz y trascendente”.
Asimismo, el Pontífice aseguró que “estamos confiados a la acción del Señor potente y amoroso, que tiene para nosotros un designo, un reino por instaurar”.
Haciendo posteriormente una comparación entre el reino que Dios tiene para el hombre y los reinos terrenos, el Papa afirmó que el primero “no está hecho de potencia y de dominio, de triunfo y de opresión”, sino que “es la sede de una manifestación de la piedad, de ternura, de bondad, de gracia, de justicia”.
Al final de su catequesis citó a san Pedro Crisólogo, quien afirma que la misericordia del Señor “es superior a todas sus obras. La misericordia llena el cielo, llena la tierra… es por esto que la grande, generosa, única misericordia de Cristo, que reservó todo juicio para un solo día, asignó todo el tiempo del hombre a la tregua de la penitencia… es por esto que se precipita totalmente hacia la misericordia el profeta que no confía en la propia justicia”.