Al recibir a los miembros de la comisión preparatoria de la III Asamblea Ecuménica Europea el jueves por la mañana, el Papa Benedicto XVI insistió en la necesidad de que Europa reconozca sus raíces cristianas.
El Pontífice saludó a los representantes de los organismos ecuménicos de Europa, manifestando su alegría por encontrarlos de nuevo tras la ceremonia de clausura de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que presidió ayer en la basílica romana de San Pablo Extramuros.
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“Habéis querido iniciar vuestra peregrinación ecuménica europea, que culminará en la asamblea de Sibiu (Rumania), en septiembre de 2007, partiendo de Roma, donde tuvieron lugar la predicación y el martirio de los apóstoles Pedro y Pablo”, dijo el Santo Padre, y añadió que ese inicio era “muy significativo porque los apóstoles fueron los primeros que nos enseñaron el Evangelio que, como cristianos, estamos llamados a proclamar y testimoniar en la Europa actual”.
El Papa Benedicto XVI observó que para que el proceso de unificación del continente fuera exitoso Europa debía “dar espacio a los valores éticos que forman parte de su amplio y consolidado patrimonio espiritual”.
“Sin embargo, nuestra presencia como cristianos será incisiva y luminosa si tenemos el coraje de recorrer con decisión el camino de la reconciliación y la unidad”; agregó el Papa, al destacar que “a todos se nos pide este esfuerzo”, porque “todos tenemos una responsabilidad específica por cuanto concierne al camino ecuménico de los cristianos en nuestro continente y en el resto del mundo”.
La caída del muro
El Papa Benedicto XVI destacó que “después de la caída del muro que separaba los países de Oriente y Occidente de Europa, es más fácil el encuentro entre los pueblos y se advierte la necesidad de enfrentar unidos los grandes desafíos del momento, empezando por la modernidad y la secularización”.