Durante la tradicional Audiencia General de los miércoles el Papa Benedicto XVI meditó sobre el Salmo 143 y en su catequesis recordó que el Hijo de Dios está con nosotros, y que para el cristiano tiene el rostro amoroso de Jesucristo.
En modo particular invitó a los fieles de lengua española a vivir con alegría y fidelidad los compromisos bautismales. El Santo Padre afirmó ante los miles de files reunidos en el Aula Pablo VI que “justamente como se trata de un Salmo de época sucesiva, es fácil pensar que el rey que es exaltado no tiene las características del soberano davídico, sino que representa la figura luminosa y gloriosa del Mesías, cuya victoria no es más un evento bélico- político, mas una intervención de liberación contra el mal”.
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El Santo Padre hizo notar la presencia de “la imagen marcial del Dios que prepara para la lucha a su fiel de modo que sepa así afrontar las hostilidades del ambiente, las potencias oscuras del mundo”.
Asimismo dijo que “el orante, a pesar de su dignidad de rey, se siente débil y frágil delante del Señor, como una sombra que pasa, por lo cual hace una verdadera profesión de humildad”.
Llegado a este punto el Papa se preguntó: “¿Por qué Dios se preocupa e interesa por una criatura tan pobre y caduca?” Y afirmó que “a esta interrogación responde la grandiosa irrupción divina, la teofanía acompañada por el paso de elementos cósmicos y de eventos históricos, orientados a celebrar la trascendencia del Rey supremo del ser, del universo y de la historia”.
Hacia el final de su catequesis Benedicto XVI citó a Orígenes, quien “contesta a esta pregunta de la siguiente manera: Señor, ‘no podrás salvar esta miseria que es el hombre, si tú mismo no la tomas sobre ti… Has descendido, has abajado los cielos y has extendido tu mano desde lo alto, y te has dignado asumir la carne del hombre, y muchos creyeron en ti”.
“De esta manera –continuó el Papa– el salmo, que empieza reconociendo nuestra debilidad, llega a un final sorprendente: junto a nosotros está el Emmanuel, que para el cristiano tiene el rostro amoroso de Jesucristo, Dios hecho hombre”. Seguidamente leyó el resumen de la catequesis en diversos idiomas y se dirigió a los diversos grupos presentes en la audiencia. En modo particular invitó a los fieles de lengua española a “vivir vuestra vida cristiana con alegría y fidelidad a vuestros compromisos bautismales”.
Finalmente el Santo Padre entonó el Pater Noster e impartió su Bendición Apostólica.