El Obispo de Huaraz, Mons. José Eduardo Velásquez Tarazona, afirmó en una carta pastoral que la vida del segundo Arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo, “es una verdadera lección” de evangelización para sacerdotes, religiosos y laicos.
El texto ha sido publicado en el marco del año jubilar decretado por la Conferencia Episcopal Peruana, que dedica este 2006 al Patrono del Episcopado Latinoamericano.
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De esta manera, las diócesis del país recordarán las obras del santo, entre ellas los trece sínodos que celebró, la convocatoria al Tercer Concilio Limense, las innumerables visitas pastorales que hizo a los poblados y su defensa de los indígenas.
En su carta pastoral, Mons. Velásquez recuerda que el entonces Arzobispo dirigía personalmente la evangelización y la catequesis de los pueblos que visitaba.
El santo dispuso que los sacerdotes y religiosos responsables de las reducciones indígenas aprendieran el idioma nativo, “para servir con eficacia en la catequesis, predicación y administración de los sacramentos”.
“Hacía todo lo posible para expresarse en la lengua, por amor y entrega a los indígenas, a quienes amaba hasta el extremo”, afirma Mons. Velásquez. Esto hizo que fuese llamado cariñosamente “tayta”.
Asimismo, señala el texto, “fue capaz de reaccionar a los abusos de encomenderos, corregidores”, y en el caso de que la persuasión no funcionara, “se vio obligado a lanzar la excomunión y levantarla cuando se hubiese solucionado”. Incluso, “tuvo la valentía de elevar sus quejas al Rey a través de cartas”.
En ese sentido, el Obispo de Huaraz pide seguir “las huellas de Santo Toribio”, para que la catequesis sea llevada en serio, se erradique la ignorancia religiosa y la fe sea testimonio de vida.
Santo Toribio de Mogrovejo nació en Mayorga, España, en 1538. Fue nombrado Arzobispo de Lima por el Papa Gregorio XIII. Partió a la Casa del Padre el 23 de marzo de 1606 en Zaña, al norte de Lima.