Tras haber bautizado a un grupo de niños en Capilla Sixtina, el Papa Benedicto XVI dirigió el rezo del Ángelus dominical desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico y pidió a todos los cristianos a redescubrir la belleza del propio Bautismo.
En el día en que la Iglesia celebra la fiesta del Bautismo del Señor, concluyendo así el tiempo litúrgico de la Navidad, el Papa exhortó a los creyentes a que “la hodierna solemnidad sea ocasión propicia para que todos los cristianos redescubran con alegría la belleza de su Bautismo, que, si es vivido con fe, es una realidad siempre actual: nos renueva continuamente a imagen del hombre nuevo, en la santidad de los pensamientos y de las acciones”.
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El Santo Padre también dijo que “hoy fijamos la mirada a Jesús que, a la edad de cerca 30 años, se hizo bautizar por Juan en el rió del Jordán. Se trataba de un bautismo de penitencia, que utilizaba el símbolo del agua para expresar la purificación del corazón y de la vida”.
A continuación Su Santidad recordó que Juan “llamado el ‘Bautista’, es decir el ‘Bautizador’, predicaba este bautismo a Israel para prepara la inminente venida del Mesías; y a todos decía que después de él habría venido otro, más grande que él, que habría bautizado no con agua, sino con el Espíritu Santo”.
Tras mencionar que “cuando Jesús fue bautizado en el Jordán, el Espíritu Santo descendió, y Juan el Bautista reconoció que Él era el Cristo, el ‘Cordero de Dios’ venido para quitar el pecado del mundo”, el Papa Benedicto XVI afirmó que “el Bautismo en el Jordán es también una ‘epifanía’, una manifestación de la identidad mesiánica del Señor y de su obra redentora, que culminará en otro ‘bautismo’, aquello de su muerte y resurrección, por la cual el mundo entero será purificado en el fuego de la divina misericordia”.
Recordando al Siervo de Dios Juan Pablo II quien “acostumbraba administrar el sacramento del Bautismo a algunos niños”, el Santo Padre manifestó su gran alegría en esta primera vez que realiza tal ceremonia.
“El Bautismo de los niños- dijo- expresa y realiza el misterio del nuevo nacimiento a la vida divina en Cristo: los padres creyentes traen a sus hijos a la fuente bautismal, que representa el ‘vientre’ de la Iglesia, de cuyas aguas benditas son engendrados los hijos de Dios”.
El Santo Padre hizo también una relación entre el bautismo y el sacramento de la confirmación, recordando que “el don recibido por los recién nacidos exige ser acogido por ellos, una vez siendo adultos, en modo libre y responsable: este proceso de maduración los llevará a recibir el sacramento de la Confirmación, que confirmará el Bautismo y dará a cada uno el ‘sello’ del Espíritu Santo”.