La diócesis de Quibdó, en el litoral Pacífico colombiano, recibió el Premio Nacional de Paz, en reconocimiento a la labor pastoral que la Iglesia desempeña en esta zona habitada en su mayoría por población negra e indígena.
El Obispo de esta diócesis, Mons. Fidel León Cadavid, informó que en Quibdó ha aumentado notoriamente el conflicto social y armado y este reconocimiento evidencia que la “Iglesia sólo ha tratado de responder a esta situación”, porque “es con la verdad que aportamos a la paz y la verdad no tiene medias tintas”, señaló el Prelado.
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Con el Premio Nacional de Paz, las organizaciones convocantes –el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUND, la Friedrich Ebert Stiftung en Colombia (Fescol), y los medios de comunicación El Tiempo, El Colombiano, revista Semana y Caracol– reconocieron el fuerte trabajo que hace la Iglesia por responder a la grave crisis humanitaria y social del Chocó, región donde se ubica la diócesis.
Una diócesis marcada por la violencia
La diócesis de Quibdó tiene 22 parroquias, 31 sacerdotes, 60 religiosas y cerca de 90 laicos. Desde su creación en 1990 atiende con proyectos sociales y económicos a las comunidades negras e indígenas (210 mil feligreses). En 1996, cuando el territorio empezó a ser disputado por los grupos armados, incrementó el trabajo con la población afectada por la violencia y los cerca de 40 mil desplazados de la zona.
Para Mons. Cadavid, uno de los momentos más críticos de la diócesis fue mayo de 2002, cuando en un combate con un grupo enemigo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), arrojaron explosivos sobre una iglesia en la que se refugiaban los habitantes de la población de Bojayá. El ataque dejó un saldo de 119 muertos. Además, la diócesis también ha presenciado el asesinato de los sacerdotes Jorge Luis Mazo y Miguel Ángel Quiroga y el cooperante español Íñigo Egiluz.
El Director de Pastoral Social, P. Albeiro Parra, explicó que la “posición de esta diócesis no es neutral. Estamos de lado de las víctimas y denunciamos cualquier violación venga de donde viniere. Nuestra apuesta es por la defensa de la vida y el territorio de comunidades amenazadas por el Estado, los grupos armados y los megaproyectos. Nosotros no somos los protagonistas".
El P. Parra explicó que tienen “una visión política clara” en donde estando al “lado de las víctimas” logran compartir entre las capillas un mismo plan pastoral, llevando el mensaje del Señor y de la Iglesia como una opción por la vida, los pobres, el diálogo interreligioso, la defensa del territorio y los recursos, todo con una opción étnica caracterizada por el respeto a las tradiciones negras e indígenas del lugar.