Al celebrar la audiencia general de hoy en la Plaza de San Pedro ante más de 22 mil personas, el Papa meditó sobre el Salmo 135, "Acción de gracias por la salvación obrada por Dios" y pidió que nuestra memoria sobre el bien recibido de Dios sea más fuerte que el recuerdo sobre el mal sufrido.
Al reflexionar en esta ocasión sobre la segunda parte del salmo, el Santo Padre destacó "la presencia de Dios en la historia de la salvación", que se manifiesta en el éxodo del pueblo de Israel de Egipto, el paso del Mar Rojo y el viaje a través del desierto.
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"Desierto y mar –dijo– representan el paso a través del mal y de la opresión para recibir el don de la libertad y de la tierra prometida".
"En el tiempo de la 'humillación', es decir, de las sucesivas pruebas y opresiones, Israel descubrirá siempre la mano salvadora del Dios de la libertad y del amor", dijo el Pontífice.
En este salmo, continuó el Papa, "se entrelazan dos modalidades de la única Revelación divina: La cósmica y la histórica. El Señor es trascendente como creador y árbitro del ser; pero también se encuentra cercano a sus criaturas, entrando en el espacio y en el tiempo. Es más, su presencia entre nosotros alcanza su culmen en la Encarnación de Cristo".
"Corremos el peligro de que nuestra memoria sobre el mal sufrido sea con frecuencia más fuerte que la memoria sobre el bien. El salmo despierta en nosotros la memoria del bien, de tanto bien que el Señor nos ha hecho y que hace para finalmente podamos conocer lo que dice el salmo con alegría: Es verdad, la misericordia de Dios es eterna, está presente día tras día", explicó el Santo Padre.
Al considerar la cercanía de Dios en la historia del ser humano, el Papa dijo que los Padres de la Iglesia “ven el vértice de la historia de la salvación y la señal suprema del amor misericordioso de Dios Padre en el don de su Hijo como salvador y redentor de la humanidad".
Tras recordar que San Cipriano, en su tratado sobre "Las obras de caridad y la limosna", "contempla con estupor las obras que Dios ha realizado en Cristo su Hijo a favor de su pueblo", el Papa dijo espontáneamente que "con estas palabras el santo doctor de la Iglesia añade algo a lo que dice el salmista, que el verdadero don del hijo Dios es el don de la Encarnación, en el que se nos ha entregado y permanece con nosotros en la Eucaristía, en su Palabra, todos los días hasta el final de la historia".
Al final de la audiencia, el Santo Padre saludó a los delegados del Movimiento para la Vida de Italia y los peregrinos de lengua española congregados en el recinto vaticano, como los de la Parroquia Santiago Apóstol de El Álamo de Madrid y los de Antofagasta de Chile.