El Arzobispo de Lima, Card. Juan Luis Cipriani presidió ayer la Misa en la Basílica Catedral de esta arquidiócesis, con la que oficialmente se clausuró la celebración del Año de la Eucaristía en esta capital.
Ante los miles de fieles que llenaron la Catedral de Lima, el Purpurado pidió a los limeños lanzarse “a la participación activa en la Misa dominical, recuperar el domingo como día del Señor, día para compartir juntos nuestra fe”.
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El Arzobispo de Lima pidió a Dios que suscite “este asombro porque realmente estamos asistiendo a un nuevo amanecer. No sigamos ese sueño de una cultura de muerte, de violencia, de tragedias, de infidelidades, miremos el amanecer de un mundo sediento de espiritualidad. Cuando este mundo descuida el alimento del espíritu, se materializa, se 'animaliza' y se vuelve violento”.
El Purpurado explicó que si el mundo de hoy está triste, es porque sufre sed de espiritualidad y oración, hambre por la Palabra de Dios, y espera “la proclamación de la Buena Nueva por parte de los hijos del Señor”.
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