“Cristo dice ordénate y purifícate, y ojalá entiendan el mensaje", manifestó el Obispo de Cancún-Chetumal, Mons. Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, tras el paso del huracán Wilma por el balneario mexicano.
En entrevista concedida a Notimex, el Prelado indicó que “el pecado de Cancún es la ambición, el afán desordenado de placer, de tener y de poder y ojalá los empresarios, sobre todo los hoteleros, hayan entendido (...)”. “El huracán Vilma no es una advertencia, es un llamado de Dios" a la conversión, añadió.
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Mons. Elizondo relacionó la situación de crisis del balneario con el pasaje de la barca de los apóstoles zarandeada por las olas, cuando Cristo se les acerca y les pide no tener miedo y tener fe, porque en tiempos como el presente “se hace sentir la presencia de Dios en varias formas, porque la gente se siente sacudida en su conciencia solidaria, que es la forma más viva y sensible de Cristo”.
“También por eso –prosiguió– la Iglesia recibe decenas de toneladas de comida, de ayuda. El primer avión que llegó a Cancún fue de Cáritas Monterrey, también de Mérida, Yucatán y de la Ciudad de México, eso es un signo muy bonito”.
Para el Prelado, una muestra de amor importante “es que decenas de estudiantes de la Unimayab y de la Anáhuac son voluntarios para ayudar en estas tareas, y la Iglesia a través de todos sus miembros usará los templos como canales de ayuda, independientemente de los apoyos oficiales”.