En el marco de la Santa Eucaristía por motivo de la clausura del Sínodo de los Obispos se celebró también la canonización de los beatos: el arzobispo Josef Bilczewski, el padre Gaetano Catanoso, el sacerdote Zygmunt Gorazdowski, el jesuita Alberto Hurtado Cruchaga y el franciscano capuchino Felice da Nicosia.
A lo largo de la homilía, cuyo tema central fue la Eucaristía como centro de la vida de la Iglesia y del cristiano, el Santo Padre afirmó que en el alimentarse del Cuerpo de Cristo y de su Sangre se da una “conversión que es el principio del camino de santidad que el cristiano está llamado a realizar en la propia existencia”.
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“El santo- continuó- es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que estas lo irán progresivamente trasformando”.
Asimismo afirmó que “por esta belleza y verdad (el santo) está dispuesto a renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta en el servicio humilde y desinteresado del prójimo, especialmente de aquellos que no tienen la capacidad de corresponder”.
“¡Qué providencial es el hecho de que hoy la Iglesia de a conocer a todos sus miembros cinco nuevos santos que, nutridos por Cristo Pan vivo, se convirtieron al amor y en él han infundido toda su existencia!” dijo también el Papa.
Concluyendo la referencia a los santos el Santo Padre hizo notar como “en diferentes situaciones y con diversos carismas, ellos han amado al Señor con todo el corazón y al prójimo como a sí mismos de forma que se han ‘convertido en modelo para todos los creyentes’”.