Ante unos 50 mil fieles reunidos hoy en la Plaza de San Pedro con motivo de la tradicional audiencia de los miércoles, el Papa Benedicto XVI ofreció una rica catequesis sobre el salmo 121, "Alegría de llegar a Jerusalén, la ciudad santa a la que se desea la paz", en la que destacó que la religión bíblica no es abstracta ni intimista sino fermento de justicia y solidaridad.
Según el Santo Padre, el Salmo traza un retrato ideal de Jerusalén en su función religiosa y social, "mostrando que la religión bíblica no es abstracta ni intimista, sino que es fermento de justicia y de solidaridad. A la comunión con Dios sigue necesariamente de los hermanos entre sí”.
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Tras observar que “para los Padres de la Iglesia la Jerusalén antigua era signo de otra Jerusalén”, el Papa recordó que San Gregorio Magno, nota que “esta ciudad está construida ya aquí sobre el comportamiento de los santos. En un edificio una piedra sostiene a la otra y quien sostiene es a su vez sostenido por otro. Así en la santa Iglesia cada uno sostiene y es sostenido".
"No hay que olvidar que hay un cimiento que soporta todo el peso de la construcción, y es nuestro Redentor, el cual soporta solo las costumbres de todos nosotros en su conjunto. El cimiento lleva las piedras y no es llevado por las piedras; es decir, nuestro Redentor lleva el peso de todas nuestras culpas, pero en él no ha habido ninguna culpa que soportar”.
Más adelante, Benedicto XVI observó que en la invocación final del Salmo resuena la palabra "shalom" (paz) "que alude a la paz mesiánica que recoge en sí alegría, prosperidad, bien y abundancia y anticipa de alguna forma el saludo de San Francisco: 'Paz y bien'".
Terminada la catequesis, el Pontífice saludó a los peregrinos de lengua española, citando en particular "a la Federación Madrileña de Familias Numerosas, a los grupos parroquiales de España y México, así como a los fieles llegados de Venezuela y de otros países latinoamericanos". Tras rezar el Pater Noster, impartió la bendición apostólica.
Con motivo de la audiencia pública, el Papa no asistió a la sesión matinal de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos.