Las comunidades cristianas que se reúnen en hogares son una esperanza para la Iglesia en Cuba, según explicó durante el Sínodo el Obispo Auxiliar de La Habana, Mons. Alfredo Petit Vergel. Pero estas comunidades podrían verse amenazadas si el gobierno aprueba una ley contra ellas.
“A pesar de la escasez de sacerdotes”, dijo Mons. Petit durante su intervención en el Sínodo, “tenemos la Eucaristía en gran aprecio y se celebra con gran respeto por las normas litúrgicas”.
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“Sin embargo –agregó–, ante la dificultad y prácticamente la imposibilidad de construir nuevos templos, tenemos las así llamadas ‘casas de oración’ o ‘casas de misión’ situadas en los barrios periféricos y en los pequeños poblados y caseríos y donde se reúne semanalmente, o con la frecuencia que puedan, un pequeño grupo de fieles, no más de 40 bajo la dirección de un laico comprometido, una religiosa o un diacono”.
“Allí acude el sacerdote y se celebra la Santa Misa en esas casas con gran devoción y respeto por las normas litúrgicas y precediendo la correspondiente confesión sacramental para los que, con las debidas disposiciones, desean participar del Pan Eucarístico”, explicó el Prelado cubano.
Sin embargo, el mismo día, fuentes de prensa en La Habana señalan que el gobierno estaría a punto de anunciar un nuevo “reglamento” que establece restricciones al derecho de reunión en las casas para efectos religiosos.
Las nuevas medidas fueron aprobadas en abril de este año; pero recién serían aplicadas a partir de este mes.
Según las nuevas reglas, las reuniones de oración en las casas deben obtener una aprobación que se obtienen sometiendo por escrito el nombre del propietario de la casa, los días de reunión en la semana y el número de personas que pueden participar.
Además, ninguna otra reunión de la misma denominación religiosa puede realizarse en un radio de dos kilómetros a la redonda, y los extranjeros están prohibidos de participar en tales reuniones, a menos que obtengan un permiso específico.
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