¿No sería conveniente ordenar como sacerdotes a hombres casados para facilitar el acceso a la Eucaristía? Ante la pregunta, planteada oblicuamente por Mons. Arnold Orowae, Obispo Coadjutor de Wabag (Papua Nueva Guinea), el Cardenal Adrianus Simonis, Arzobispo de Utrech (Holanda) y Presidente de la Conferencia Episcopal de los Países Bajos, respondió con un enérgico “no”.
Durante su intervención en el Sínodo en la mañana del jueves, Mons. Orowae se refirió a la escasez de clero para atender “las comunidades que viven en los pueblos alejados que no tienen la posibilidad de participar con frecuencia en la Misa y en la recepción de la Eucaristía?”
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El Prelado agregó que “esto plantea una cuestión, ¿Qué clase de sacerdotes necesitamos en nuestra situación? ¿Son necesarios años de formación intelectual en filosofía y teología para otorgar los servicios necesarios a los pobres en las zonas perdidas, que no tienen la misma preparación intelectual?”
En una tangencial referencia a la posibilidad de ordenar a hombres casados, Mons. Orowae preguntó: “¿La Iglesia no debería permitir una formación esencial a los cristianos maduros, con una fe sólida, comprometidos, para que presidan la Celebración Eucarística y permitan a esas personas participar en la Eucaristía, de modo que su importancia y centralidad sean una realidad para ellas?”.
El Cardenal Adrianus Simonis había preparado una ponencia que resultó siendo una inesperada respuesta. El Purpurado holandés advirtió, en efecto, contra “los influjos e impulsos externos de un mundo secularizado e individualista”.
“No deberíamos seguir haciendo memoria de esta intuición fundamental de la vida como don y sacrificio?”, dijo el Purpurado; y agregó: Cambios estructurales como por ejemplo que hombres casados puedan acceder al sacerdocio no parecen ser la solución”.