Con motivo del rezo del Ángelus dominical, el Papa Benedicto XVI resaltó la relación entre santidad y Eucaristía y dijo, especialmente a los sacerdotes, que el secreto de la santificación radica en este Sacramento.
Tras recordar que dentro de un mes concluirá el Año de la Eucaristía, convocado por el fallecido Papa Juan Pablo II, el Santo Padre dijo que su pensamiento en esos momentos lo tenía en los sacerdotes, subrayando que en ese Sacramento es “donde está el secreto de su santificación”.
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Ante cientos de personas reunidas en el patio de la residencia de verano de Castel Gandolfo, al sur de Roma, el Pontífice dijo que “el presbítero tiene que ser antes de todo adorador y contemplativo de la Eucaristía, desde el momento en el que es él quien la celebra”.
“Sabemos bien que la validez del sacramento no depende de la santidad del celebrante, pero su eficacia, para él y para los otros, será mayor cuanto más lo viva con fe profunda, amor ardiente y fervoroso espíritu de plegaria”, agregó el Papa.
Más adelante, el Santo Padre animó a los sacerdotes a seguir el ejemplo de San Juan Crisóstomo, San Pío de Pietrelcina y San Juan María Vianney, sacerdotes que se caracterizaron por su especial amor a la Eucaristía.
“Pensando en los sacerdotes enamorados de la Eucaristía”, el Papa recordó al “humilde párroco de Ars en tiempos de la revolución francesa”, resaltando que “con la santidad de la vida y el celo pastoral logró hacer de aquel pequeño pueblo un modelo de comunidad cristiana animada por la Palabra de Dios y por los sacramentos”.
“Nos dirigimos ahora a María, rezando de manera especial por los sacerdotes de todo el mundo para que saquen de este año de la Eucaristía el fruto de un renovado amor al sacramento que celebran. Que por intercesión de la Virgen Madre de Dios puedan vivir y testimoniar siempre el misterio que es puesto en sus manos para la salvación del mundo”, concluyó.
Después de la oración mariana, Benedicto XVI saludó en varios idiomas, entre ellos el español, y exhortó a los fieles españoles y latinoamericanos a llevar “una vida digna del Evangelio de Cristo”.