El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) reveló que un millón y medio de niños y jóvenes sufren hambre en el país, cifra que aumentó de 9,6 a un 13 por ciento en el periodo de un año.
"La privación más urgente en la infancia: déficit alimentario y protección social" es el nombre del informe que abordó la inseguridad alimentaria en el grupo de 0 a 17 años, entendida como la dificultad en el acceso, cantidad y calidad de los alimentos debido a problemas económicos.
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El informe determinó que en el grupo específico la inseguridad alimentaria pasó de un 21,7 a un 29,3 por ciento, mientras que la inseguridad alimentaria severa, es decir que ha experimentado episodios de hambre, aumentó de 9,3 a un 13 por ciento.
A su vez, se determinó un leve aumento de un 36,6 a un 40 por ciento en la cobertura alimentaria del grupo a través de comedores sociales, viandas, copa de leche (fórmula reforzada), entre otros.
Aún así, un 39,4 de la infancia con inseguridad alimentaria severa no accede a ninguna asistencia mencionada anteriormente.
En Argentina existen alrededor de 13 millones de pobres. Según el estudio, el adverso escenario económico del país afecta directamente al alza de la inflación y la pérdida de poder adquisitivo en los hogares.
Dado lo anterior, "la inseguridad alimentaria en las infancias revela con mucha claridad que se trata de un fenómeno persistente en la Argentina de la última década y que se ha profundizado en el último período", describió el informe.
Ante esta situación, la Iglesia Católica en Argentina responde cotidianamente con distintas iniciativas como por ejemplo, los comedores solidarios sostenidos por las comunidades parroquiales.
La parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé de la Villa 21-24, Buenos Aires; y la capilla Nuestra Señora de Itatí, de Villa Centenario, Provincia de Santa Fe; son algunos ejemplos de ayuda solidaria que se extiende a niños, adultos mayores y gente sin techo.
También se encuentra la Colecta Más por Menos que recauda fondos para la labor pastoral y de promoción humana en zonas pobres de Argentina.
En tanto, los sacerdotes que trabajan villas de emergencia de Buenos Aires llamados "curas villeros" realizan una importante labor en temas de drogodependencia y también de apoyo a la maternidad vulnerable en los llamados "Hogar del Abrazo maternal".